A mí también me gustaría creer que Obama cambiará radicalmente la política de su país. Obviamente, su elección ha hecho sentir diferentes a las minorías marginadas y, en concreto, a la proveniente del esclavismo. Aunque sólo fuera por el cambio de mirada que esto puede comportar, su elección ya ha sido histórica. Otra cosa es que esperemos cambios significativos, más allá de lo que será una mejora respecto a Bush: menos zafio, con más talante, y con unas políticas socioliberales menos agresivas que el liberalismo puro y duro, pero no mucho más. Y, ¿por qué pienso que nos decepcionará? Porque la política electoral es análoga a la política del marketing. Es una plutocracia donde se vende la imagen de un candidato que sea capaz de acumular los votos necesarios para que un determinado sector de la élite económico-social pueda capturar el poder político durante unos años. Cuando Bush lanzó sus guerras preventivas, desde la Plataforma «Paremos la Guerra» impulsamos un «boicot preventivo» (que todavía se puede encontrar en Internet) contra las empresas que financiaban las campañas de Bush. Justo es decir que los medios de comunicación siguieron retransmitiendo entusiastas las manifestaciones, mientras daban difusión cero al boicot. Bien, pues descubrimos que las multinacionales financiaban simultáneamente al candidato republicano y al demócrata (a Nader no, claro está), aunque con cantidades diferentes según sus preferencias. De este modo, se aseguraban que el presidente elegido les fuera obediente. Por lo tanto, Obama puede ser joven, fresco y todo lo que queráis, pero si está de cabeza de cartel de la gran maquinaria del partido demócrata, llevará a cabo las políticas a las que el partido está hipotecado. Las condiciones para los cambios no las crea un presidente, sino que se consiguen, poco a poco, desde la organización y conciencia social. De hecho, que Obama haya podido ser, desde el punto de vista del marketing, un candidato ganador, proviene de la lucha de muchos activistas por la igualdad, que ha tenido éste y otros muchos resultados menos notorios.
Jordi Oriola
(Barcelona)
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