Llega este domingo el día grande de la democracia, en el que debemos ir a votar. Es el momento de decidir, nadie debería dejar pasar esta oportunidad. Ni la desgana, ni el desánimo por todo lo que nos huele mal o nos asquea de algunos políticos, nos puede hacer desistir de cumplir con nuestra obligación demócrata, para con el sistema que tenemos la suerte de disfrutar. Aunque a veces nos parezca que no sirve, que encubre mucha corrupción, pero no podemos olvidar que hay muchos lugares, como aquí en otras épocas, que ni siquiera tienen esta suerte. Es el momento de que vayamos y les demostremos nuestro poder, el que nos faculta para, entre todos, poner a unos o a otros. El momento de demostrar nuestro disgusto con lo que se hace mal. Cada cual debe pensar, analizar y decidir quiénes o qué partido le parece mejor y cuál peor. Todos tenemos la oportunidad ahora de mostrar nuestro apoyo a aquellos que nos parezca que lo pueden hacer mejor y negárselo a quienes pensamos que no cumplen con lo que de ellos esperamos. No podemos dejar de acudir a votar; si queremos luego exigir que cumplan y pedir responsabilidades, primero hay que hablar en las urnas. No tendrá derecho a quejarse aquel que este domingo se quede en casa y no cumpla con su deber. No vale desanimarse ni decir que un voto no hace nada, uno junto a otros hace mucho, si no, ¿por qué creemos que se molestan tanto los políticos en campaña? Aunque dicen tantas cosas que muchas seguro ni las piensan, nos negamos a creer que sean capaces de perjudicar a su pueblo, desde arriba, sólo si ganase aquí alguien que no sea de su partido, como se ha insinuado estos días. Pero aún así, a pesar de los disparates que hayamos escuchado, de las trampas que se hayan descubierto, de todo lo sucio, o más aún, para luchar contra eso, pensemos que es lo menos malo que nos podemos ofrecer y que este día 22 es nuestro momento y hay que aprovecharlo, sin dejar que nadie decida por nosotros.
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