En primer lugar, deciros que como adivino no tengo ningún futuro, ya que la semana pasada auguré que saldría de «Supervivientes» Patxi Salinas y fue todo lo contrario. En segundo lugar, os comenté que hablaríamos de otro programa, pero la actualidad manda.
Bueno, metidos en harina, como todos sabréis, el pasado viernes 1 de febrero desapareció de la pantalla el programa más polémico de los últimos años, por su forma de tratar la información del mundo del corazón.
Habría que analizar si fue muerte «natural» o un asesinato en toda regla, ya que, aunque los directivos de la cadena aducen que su desaparición se debe al desgaste del programa después de cinco años, yo pienso todo lo contrario, pues, como dice el refrán: «algo tendrá el agua cuando la bendicen», pues algo tendría el «Tomate», cuando en el último programa casi cuatro millones de personas estaban enganchadas a él, más del 25% de todos los que veían la televisión en esa franja horaria. Al día siguiente, hasta los rotativos más prestigiosos insertaban en sus páginas comentarios y hasta editoriales dedicados a la desaparición del programa.
Lo que sí es verdad es que las demandas judiciales contra el programa se han multiplicado últimamente, que los reporteros del programa eran vetados en cualquier evento, que se han metido en la vida privada impunemente de personajes hasta llegar al acoso, insinuando mentira tras mentira, cosas que luego se demostraba eran sólo cebos para captar audiencia.
Pero que no se preocupen los «tomateros», aún quedan reductos de telebasura, radiobasura y demás estercoleros varios, donde poder saciar sus ganas de conocer las asaduras de los famosos, famosotes y famosuelos que pululan por este país… Ahora que lo entierren como a un faraón, en una cripta sellada, con todas sus pertenencias (cuernos, bolas, bolos, etc.) y toda su corte, léase presentadores, director y demás picaflores que lo hacían… ¡uy!… ¡uy!… ¡yuyuyui!… Descanse en paz… ¡Uhmmmmm!
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