A pesar de que tengo entendido que la última sesión plenaria fue tan rocambolesca como alargada (una de las más largas desde que la democracia dejó de ser democracia en esta ciudad por mor de un gran ex), y que los padres y las madres andan un tanto soliviantados con el pago del transporte escolar (más que nada, cómo se han hecho las cosas), a pesar de que la crispación política va a estar presente en cada pleno, y que cada palo aguantará su vela, como el ejemplo de Javier Montoro con su cruz a cuestas de la calle Caballero de Rodas -insistiendo una vez más en que esa cruz tiene nombre y apellidos, aunque tampoco salga ningún compñero de grupo a cantar las verdades del barquero de Sedesa y demás-, y que son temas importantes de fiscalización de la gestión de gobierno, y a pesar de todo, es evidente que el talante, el tono, la dirección de la presidencia del pleno, es bien distinto al pasado ya lejano, aunque creo que quedan ciertos «tics» que afean la democracia, y que son posibles de eliminar y que seguro que con un poco de tiempo quedarán al margen de la civilidad.
Sabíamos, todos los ciudadanos crédulos, que el nuevo alcalde iba a tomar una medida de economía urgente, de calado, de ésas que ya clamaban al cielo mantenerlas en el tiempo sin ningún tipo de rentabilidad económica, ni social y mucho menos política. Se había convertido el Premio de Novela «Ciudad de Torrevieja» en una tremenda cabezonería, y un inmenso hazmerreír en el mundo editorial, y, por supuesto, un despropósito de tomo y lomo. Menos mal que ha tenido que sobrevolar la crisis por estos pagos para que la sensatez comenzara a caminar, al menos en el stop al Premio de Novela «sine die», es decir, hasta que escampe el temporal, si es que escampa alguna vez, que esto va ya para largo, joder. A ver si alguien mueve el dinero y las gentes empezamos a ser un poco maás felices, tan sólo un poco, compadre. En fin, que lo que quería decir es que la decisión, a mi juicio, es totalmente acertada. No tanto el fallo y la entrega del Premio, que dio la sensación de que iba todo de tapadillo, de jugar al escondite, de que no nos vean entregar el «dinerazo» de la Novela. De hecho, no estaba ni incluido en el programa cultural de verano-otoño. A mí, ¿qué quieren que les cuente? Me hubiera encantado que todos juntos en compaña, rojos, verdes y amarillos, incluso «moraos», se hubieran juntado en cualquier rincón para comerse un bocadillo más grande de chorizo, o de jamón y queso, y pasar una noche agradabilísima. Sí, en este caso me hubiera Apetecido; como me Apetece escuchar cómo Soler, que es el jefe de los de Apetece, está que se sale, sobre todo cuando se levanta y elabora su discurso en el Pleno… Porque oiga, impone, al ser tan grande, alto y trajeado, da un no sé qué por el cuerpo. Y es que la experiencia, dicen, es un grado. En el jefe de los de Apetece se nota.
Esperemos que soler siga incordiando e impidiendo abusos y fraudes en el pueblo…..al fin alguién de arriba se atreve a decir basta a la cara, enhorabuena,Sr. Soler