Esta fiesta bendita de los Carnavales, en algunas de sus facetas, me sigue encantando. Y me explicaré, porque a veces hay cazurros que no quieren entender que cuestionar la vida en sí, y todo lo que la rodea, es o debe ser cosa sana, si se hace sin maldad, aunque en ocasiones utilices un poco de mala leche. En la vida hay buena hecha y mala lecha, ¿no? Pues eso. A mí lo que me gusta en demasía en los carnavales de aquí y de allá es que con gracejo, con mucho gracejo, con mucho arte, con chirigotas por un tubo, se ponga todo patas arriba, o boca abajo, que también da gustillo. El ejemplo meridiano lo tengo en la Comparsa Los Sangochaos, es decir, un grupo de amigos y amigas que entran al trapo de lo que acontece en la vida cotidiana y dicen lo que desde su libertad de expresión consideran que deben decir. Y por eso no debe pasar nada de nada. Es más, hay que agradecer de corazón que las comparsas cumplan con esa función crítico-social. Y es que, por citar otro ejemplo, y salvando las distancias, claro, ¿qué sentido tendrían las chirigotas de Cádiz sin «eze peazo crítica que hacen a diestro y siniestro»? Pues no serían parte de los Carnavales de Cádiz; ni más ni menos. Pues en Torrevieja, creo, los Carvanales ya no se entienden sin la participación activísima de ese «peazo» comparsa que se bautizó como «Los Sangochaos». Y, además, es evidente que se lo curran, que intentan que el público se lo pase bien, disfrute, salga del Teatro con una amaplia sonrisa, y, ¿por qué no?, con un pelín más de espíritu crítico. La libertad de expresión, mal que le pese a alguien, es un derecho fundamental de la ciudadanía, por el que tanto se ha luchado para que vengan ahora a tratar de cercenarlo con malas artes, incluso sin gracia, oye, que es lo que más me jode. Dicho esto con toda la libertad de expresión y opinión que me dejan en esta publicación tan cuajada de gente diestra y siniestra, no me duelen prendas en manifestar que la última noticia leída en prensa tradicional me ha tocado la fibra, y por tanto la reflejo aquí: la empresa mixta de la gestión de agua, alcantarillado y Depuración (Agamed), conjuntamente con el Ayuntamiento, a través de la Concejalía de Bienestar Social, ha iniciado una importante gestión, y más con toda la crisis económica que tenemos: destinan un fondo de 100.000 euros para abaratar los recibos de agua de las rentas más bajas de esta ciudad. Es decir, estamos ante una nueva ayuda a través de un fondo social. Pues esta gestión, si efectivamente se ha ejecutado sin un afán de clientelismo político (y me da la grata impresión de que la idea es sana), es para quitarse el gorro, a pesar del frío que hace, ciudadanos. Lo que en el fondo de este artículo vengo a decir es que no todo es política, y que ésta, a veces, sobre todo a mí, me aburre mucho, mucho. Sin embargo, los temas cotidianos siguen ahí: las reivindicaciones por una sanidad pública mejor; las reivindicaciones por una enseñanza pública mucho mejor; la reordenación de nuestro territorio un poco mejor, en lo posible; la optimización de nuestras infraestructuras básicas (que sé que están mejorando)… En fin, que todo tiene cabida desde la LIBERTAD DE EXPRESIÓN, que suena bien, oye. Y a quien no le guste, pues… por retambufa, que diría mi Paco, el escribidor, que tengo otros franciscos pero no son del gremio.
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