Martin Luther King (1920-1968)
Nada más próximo al ser humano como el acercamiento a las fuentes de la vida, que cada vez parece desvanecerse más con el paso del tiempo, pues, aunque sea más maleable que la goma, cualquier contratiempo puede cuartearla en trozos inservibles.
Se notan tres etapas, separadas por siglos, pero que marcan este quehacer de la preocupación por la supervivencia del hombre desde que al pensador presocrático Heráclito de Efeso se le ocurriera sintetizar su pensamiento en «todo cambia, nada permanece» y, en cuanto a nuestro porvenir como seres humanos, es célebre su aforismo «si no esperas lo inesperado no lo reconocerás cuando llegue». Aquellos fueron los años en que se consolidaban los valores morales que se han ido esquilmando sin causa justificable.
Tras un bache de siglos hubo un segundo escalón, marcando ya el precipicio que habrá que superar y que detectara otro sabio barbudo, Charles Darwin (1809-1882), que pasó su vida entre Edinbourgh y Cambridge hasta que se embarcó en el Beagle para confirmar que el «todo cambia» había sido un hecho en los arrecifes de las Islas Galápagos como prueba de la supervivencia. Su biblioteca personal de más de 1.800 tomos que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge está ya casi del todo informatizada, con 730 volúmenes con anotaciones personales y 330 escaneados que pueden bajarse por la red.
Pero el paso hacia adelante, el que más nos afecta, lo daría en el siglo pasado el pastor baptista de tez oscura Martin Luther King, que naciera en Atlanta en 1929, cayendo víctima de sus propias convicciones un 4 de abril de 1929 en la ciudad de Memphis, USA. Sus enseñanzas difieren de las de Heráclito y Darwin, no tanto en no ser puramente filosóficas o científicas, sino en que enfocan el futuro de la vida humana y su supervivencia al creer responsables a quienes pretenden guiarnos ciegamente hacia un fracaso total, aunque sus dictámenes sirven de consuelo en tiempos de crisis: «Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano», pero sus «rulings» sobre lo que mueve a una sociedad con altibajos molestaban a bastantes. Gran comunicador, sus ideas se centraban en cómo superar los obstáculos: Desobediencia sin violencia contra las injusticias // Libertad y Orgullo // Compromisos personales // Compensaciones históricas, hasta que cayó víctima de la intolerancia mientras lideraba una protesta. Había dicho: «Lo más peligroso en el mundo es no querer enterarse» y sobre los tiempos de crisis: «La muerte de una nación comenzará con gastar más en armamentos que en servicios sociales».
Y cada vez preocupa más que se repitan a lo largo de las centurias los mismos errores, por si se pudieron prever los problemas globales: parece que sí, aunque habría que puntualizar sobre sus causas, evitando abrir aún más la llaga y citando al maestro de la esperanza, a Martin Luther King: «Si supiera con absoluta certeza que el mundo se acababa mañana, yo, hoy mismo, plantaría un árbol».
HECHOS Y DICHOS
Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos logrado aprender el arte de vivir juntos, como hermanos. Martin Luther King
PROVERBIO PERSA
Las hormigas reunidas pueden vencer al león.
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