Llega la primavera por fin, la estación más alegre y creativa del año, en la que siempre renace la esperanza.
Algo nuevo empieza a vivir en ella, es como si toda la vida diera comienzo de nuevo. El ciclo vuelve a empezar. Con esos amaneceres claros y espectaculares, esa brisa de esperanza, que nos llena de sanos deseos de disfrutarlo todo al máximo, de vivir con más intensidad, con más paz y armonía.
Parece que el ambiente se vuelve más limpio, por esa claridad y esos aromas especiales. Vuelven las ansias de disfrutar de la naturaleza de nuevo, ya que el invierno nos había sumido en la apatía, con sus días grises y fríos, donde no apetecía salir, ni a pasear. Pero ahora todos queremos olvidarnos de los «malos rollos», de los políticos, los problemas, las corrupciones y hasta de la crisis. Apartamos todo eso, aunque sea de momento, de nuestra mente, porque ahora todo es diferente, una luz de alegría brota con cada nuevo amanecer. Es la esperanza feliz y relajada de una nueva vida, que se irá gestando poco a poco, sin apenas darnos cuenta. Después ya llegará el caluroso y árido verano, que resecará todo lo que luego con el nostálgico otoño caerá por los suelos, como las hojas secas, hasta llevarnos de nuevo al frío invierno, que purifique nuevamente el ambiente. Pero de momento disfrutemos de esta primavera incipiente, que llega con su renovada ilusión y nos llena de esperanzas. Dispongámonos para vivirla con el mayor entusiasmo posible.
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