«La Primera», desde hace tres semanas, y cada martes, a las diez de la noche, irrumpe en nuestras casas con un programa musical, en el que, «enfrentando» las canciones de dos décadas diferentes, un jurado en el «plató» elige la década ganadora.
Hasta aquí el funcionamiento del mismo, más simple que el mecanismo de un botijo, pero otra cosa son sus contenidos, ya que dos equipos, formados en su mayor parte por chicos salidos de «Operación Triunfo», interpretan las canciones de esos años, con una alegría y una caracterización muy acertadas. Un diez a los que, en las tripas del programa, visten, peinan, instruyen y dirigen a estos chicos, porque hacen olvidar por momentos que estemos en el 2009, y nos transportan con la magia de sus canciones a los últimos cincuenta años del siglo pasado.
Todo este «potpurrí» lo presenta con su estilo inconfundible Carlos Sobera, que, sin estar sobreactuado como en otras ocasiones, hace ágiles los tiempos muertos entre número y número.
Pero lo que más me llama la atención, y a veces me deja «patidifuso», es cuando la interpretación de la canción la hace el mismo intérprete que en sus orígenes la hizo famosa. Indefinible el desfile de «momias» del pasado musical español sobre el escenario del programa. Ver a Henry Stephen, con más años que el acueducto de Segovia, con trencitas tintadas de rubio y cantando aquello de «…mi limón, mi limonero, entero me gusta más…» no tiene precio, y la «aparición» por sorpresa de Teresa Gimpera, sin previo aviso, y sin siquiera dar tiempo a tomar la medicación, salida de las catacumbas de la prehistoria de la televisión, es para morir del soponcio; y, si no, la irrupción en plató de «Fórmula 5» (ahora ya por lo menos «75»), o María Jesús con su acordeón, sus pajaritos, sus arrugas…
Aunque a ello hay que añadir actuaciones de cantantes que han envejecido con una dignidad envidiable, trabajando en su música, que nunca se han retirado y les hemos visto evolucionar; así, pudimos disfrutar de una espléndida actuación de Raphael, o la nunca pasada de moda «Macarena», con Los del Rio.
¡En fin!, un programa que no pasará a los anales de la televisión por su calidad o contenidos, pero que en tiempos de crisis y rodeados como estamos de programas con infumables debates y contenidos de «político-basura-casquería», es un oasis de frescura y divertimento, aunque sea a costa de reírnos un poco con las miserias que el paso del tiempo deja en todo ser humano, que habiendo sido famoso en un momento puntual de nuestras vidas, se mantiene vivo, cuando profesionalmente ya les habíamos dado la tarjeta de despedida.
Se lo recomiendo, de verdad, no se lo pierdan. Van a disfrutar un «ratico»… que, visto como está el patio, es un lujo asiático… «Tempus fugit».
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