Con la llegada de septiembre todo vuelve nuevamente a su sitio. Atrás quedaron los meses de verano, con su intenso calor, los agobios, las playas a rebosar, las fiestas de madrugada y demás eventos. Vuelven los días más cortos, los niños a los colegios, los jóvenes se preparan para reanudar sus estudios, sin los problemas de escolarización de años atrás. Se nota que se ha ido muchísima gente. Los juzgados retoman de nuevo la operatividad y cada cual regresa a su rutina establecida, intentando acoplarse a las nuevas subidas que van cayendo. Especialmente el IVA, que nos asola, aunque nos digan que es por auténtica necesidad, aquellos que antes decían que era cosa de malos gobernantes. Bajadas de sueldos a funcionarios, algunos por sorpresa y con retroactividad, y supresión de pagas extraordinarias. Pero que no se quejen, ya que son afortunados quienes aún tienen trabajo, algo que se está convirtiendo en un lujo, para aquellos que no sean políticos o allegados.
Mientras tanto nos van dejando cada vez con menos servicios, como menos medicinas subvencionadas, ya no hay ni para los jubilados. Metidos de lleno en esta caída libre, hacia no se sabe dónde y sin que podamos atisbar el fondo, con la incertidumbre de no saber hasta dónde nos llevará todo esto. Ya que no parece tener fin, sino al contrario, cada vez está todo peor y sin que se divisen mejorías. Además con la sensación colectiva de que todos aquellos que «presuntamente» se lo han llevado casi todo siguen sin devolver nada, en tanto que la clase política no se conciencia, ni renuncia a sus privilegios, mientras nos exige continuos sacrificios a los ciudadanos, que nos sentimos super esquilmados de tanto y tanto apretarnos.
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