Es aceptado que el ser humano sólo puede vivir en sociedad. Desde el núcleo familiar, los círculos profesionales, los clanes, las entidades políticas, asociaciones, etc., según sus circunstancias, sin olvidar que toda persona es un valor en sí mismo.
Menos atención ha merecido dificultad del individuo para vivir en la colectividad en términos amplios. Esto es por las querellas que jalonan la marca de sus culturas. Dificultad originada, cabe suponer, en la individuación, las consiguientes oposiciones de ideas, intereses, aspiraciones, talentos y sentimientos dentro del grupo. Hasta los deseos de los individuos suelen ser contradictorios.
La sociedad humana es así, conflictiva por naturaleza, propensa a colisiones, guerras o por su descomposición interna o como últimamente, resultado de la volatilidad en los mercados financieros.
La sociedad protege al individuo que aislado perecería. Al mismo tiempo, le oprime con normas. Esto es la contradicción poco inteligible. La cohesión social exige una permanente elaboración, política, religiosa, económica, artística, moral, técnica, etc., que produce formas muy variadas en la historia. Exige también una continúa adaptación y asimilación de la persona. Nada es estático, es un continuo fluir, como dijo Heráclito de Efeso con su Ta Panta Rei: «No puedes entrar dos veces en la misma corriente del río».
Las sociedades sufren tendencias depresivas, unitarias, centrifugas, centrípetas, etc., y el ser humano debe adaptarse. Ni mutaciones espontáneas, ni la genética le pueden cambiar con tanta rapidez.
La sociedad prepara, instruye, instrumentaliza al individuo desde la infancia para que «pueda hacer frente a la vida». Esto es con un fin utilitario para amoldarse a sus exigencias societarias.
«De parte del individuo, esto requiere un ajuste continuo de las relaciones internas con las externas», citando a Hebert Spencer. A quien por razones «x» le es imposible «poder hacer frente a la vida», puede tender a refugiarse en una regresión Freudiana a la tierna infancia, un periodo de total irresponsabilidad. Si descubre el reforzamiento de esta sensación con el narcótico/psicotrópico alcohol, esto le conducirá fácilmente a la adicción repetitiva y con ello al abuso incontrolado del alcohol.
El Ruralico
Dejar una contestacion