Fernando Guardiola
ferguarmo@gmail.com
Dice el dicho popular que cada uno cuenta su feria como le va. Tengo que reconocer que mi fuerte no son las sevillanas, aunque me vaya la juerga como al que más. Por lo general, sobre todo los que tenemos el placer de colaborar en algún medio de comunicación, a la hora de transmitir el sentimiento de esta fiesta, nos fijamos en las luces, los bailes, el fino, el rebujito… las «tajás» fruto de su abuso…
Yo me quedo con tres cosas: la comida («jalufo», que dicen por mi tierra en panocho), los niños, y… sobre todo, los caballos. Esos elegantes seres con una inteligencia sublime, que parecen entender que su cuerpo armonioso es para lucirlo porque les viene dado por naturaleza, no como algunos «lechuguinos» que, para hacer lo mismo, se «jartan» de echar horas en el gimnasio y envenenándose con esteroides.
Ahí los tienen… orgullosos (miren atentamente mis fotos), parece que se ponen de acuerdo para moverse, hasta sin ensayos… nos miran desafiantes como diciéndonos: «¡chulo que es uno!»… y mientras… nosotros echamos nuestros ojos a pasear y nos tropezamos con mostradores repletos de morcón, jamones, morcillas… colesterol y triglicéridos en dosis ilimitadas… pero: «¡por Dios, que bueno esta todo!», aunque algunos se empeñen en sacar el «sable» a pasear y dejar tiesos a algunos comensales. En tiempos de crisis, creo que más vale vender barato y ganar poco que «abusar» y no ganar casi nada, como ha pasado este año en algunas casetas.
Y los niños, ésos que en todas las manifestaciones culturales se convierten en la prolongación de lo que algunos no se atreven a hacer y lo hacen con ellos, y que son el germen de la perpetuidad de estos eventos. Esos diminutos seres, que las madres convierten en un robot «multi-fiestas», sin algunas veces pedirle el permiso: los visten de pastores y angelitos en Navidad, los disfrazan en Carnaval, los sacan de nazarenos en Semana Santa, de faralaes en Sevillanas, de pescadores en la Virgen del Carmen… ¡que paciencia con esas madres!
Pero ahí los tienen, disfrutando con el solo premio de unas palomitas o un viaje en tren de la bruja… ¡Hasta la Feria de 2010!
Precios abusivos,falta de higiene com los alimentos y mucho ruido.