El Periódico de Torrevieja nº401

Es triste observar la desilusión reflejada en las caras de la gente de bien, al ver socavados sus derechos más elementales. Cuando las personas honradas luchan por un ideal y son defraudadas en su búsqueda de soluciones y en su afán por conocer la realidad. Una verdad que pueda ayudar a conseguir un futuro mejor, más limpio, para intentar dejar a las nuevas generaciones un mundo mejor del que hemos recibido y no al contrario. Lo cierto es que nos encontramos con que todo eso puede quedar en una utopía. La verdad que todos piden y muy pocos cuentan suele ser tan mínima que queda reducida a casi nada, entre tanta mentira disfrazada, verdades a medias y falsedades difundidas y repetidas hasta la saciedad, con el fin de hacerlas parecer verdades.
Por todo ello es por lo que mucha gente, que podría ser muy válida para el bien común de la sociedad, prefiere quedarse al margen y en el anonimato, sin tener que soportar tantas mezquindades; antes que involucrarse en proyectos que sólo cuentan con una gran fachada de luces de colores -como en una feria-, pero que en su interior guardan una realidad tan sórdida y denigrante, con un olor a putrefacción tan fuerte, que echa para atrás a todo aquel que no cuente con una ambición tan profunda que le haga ignorarlo y superarlo todo para conseguir ser o figurar como una bombilla más en esa feria de vanidades.

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