Hablar lo que se piensa no es siempre tener en cuenta lo que se dice

Noam Chomsky
(nac. 1928)

Tratar el tema de las palabras es mencionar lo más sutil que mueve el pensamiento humano, quizás por el poder que tienen no sólo para la comunicación, sino porque parece como si lo que oímos comentar oralmente se adelantara a lo que en un momento preciso pensáramos expresar: «Sí, eso es precisamente lo que pretendía decir», aunque venga de la boca de nuestro contrincante.
Hay muchas posibilidades de añadir o incluso tergiversar el célebre apodigma «pienso, luego soy» de Descartes, maestro del Yo consciente del que está razonando, e indica una actitud más que una disposición a hacer uso del pensamiento. Lo plasmó de maravilla Auguste Rodin (1840-1917) en sus célebres vaciados en bronce, 20 en total, autorizados por el autor, dándonos una de las innumerables formas de lectura del texto cartesiano, implicando al ser humano en su actividad de consideración de lo que ha de decir para relacionarse con otros. Sería conveniente precisar que esta comunicación se puede aplicar a todo ser viviente, incluso a las plantas, que saben interrelacionarse por medio de signos que ellas mismas entienden.
Por otra parte, superabundan las teorías sobre cómo funciona este tipo básico de lenguaje por signos que no es sólo por palabras, uno de los misterios mejor reservados en la Naturaleza, obligándonos a utilizarlos para lograr sobrevivir a base de técnicas que funcionan. He estado leyendo teorías y más teorías sobre cómo opera el «network» aplicable a todo lo que expresamos, pero fue Chomsky quien dio forma al estructuralismo del lenguaje, logrando sistematizar el proceso al asumir que hay una interacción entre el pensamiento y el lenguaje como sistema comunicativo, al analizar la manera en que se llega a verificar el proceso. Muchos de sus libros, sin embargo, tratan del abuso de la palabra, si se cataliza el pensamiento para obtener resultados opuestos a su finalidad y algunas de sus obras nos hacen poner los pelos de punta como: «Terrorismo de Estado: Cómo mantener a la chusma a raya», implicando que, cuanto menos pensemos, parece implicar, seremos más dóciles y tratables.
Pero las ideas se aglutinan alrededor de las palabras, no tanto cuando se utilizan, sino al reflexionar sobre lo dicho sin necesidad de recurrir a galimatías teóricas de los especialistas, y menos aún sin perderse en complicaciones inútiles, sino apelando al sentido común al que tenemos acceso todos y cada uno de nosotros, como lo expresara ya el gran plasmador de vocablos, William Shakespeare, con una frase que no tiene desperdicio: «Aunque nos creamos dueños de lo que pensamos, no llegamos a tanto cuando pretendemos expresarlo con palabras».

HECHOS Y DICHOS
Siente el pensamiento antes de pensar el sentimiento. Miguel de Unamuno.  

PROVERBIO CHINO
El pensamiento se parece al agua: Nos puede parecer turbio inicialmente hasta que logre aclararse.

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