Tras la lectura del reciente artículo de la semana del 7 de marzo 2008 sobre las movilizaciones de la Asociación de Vecinos de San Miguel de Salinas sobre puntos negros en la CV95, en su acceso a la ciudad, me gustaría añadir que yo fui una de las víctimas en el verano de 1989, cuando, debido a lo que yo llamaría «laberinto» de aproximación de la CV940 a la ciudad, más bien que rotonda, fui arrollado por un coche cuando circulaba en una motocicleta. Los detalles son espeluznantes, pues choqué contra el automóvil que conducía el médico de Torremendo que ni me vio a mí ni yo a él por la mala visibilidad que tiene el laberinto en que se cruzan varios carriles en direcciones contrarias a su entrada a la calle 15 de abril de San Miguel de Salinas. Por fortuna, el médico me salvó la vida dictaminando a mi favor, en contra los que llegaron en la ambulancia, para que no me trasladasen al depósito de cadáveres. Lo comprobó dándome un pellizco en la cara, a lo que le respondí con un pequeño bofetón. Es curioso poder recordar a la llegada a aquel punto del accidente que yo oía lo que se hablaba pero era incapaz de dar señales de vida. Tras todo ello, con varias intervenciones médicas y después de protestar repetidamente denunciando el peligro de acceso de la CV940, que tiene varios puntos negros, como el paso por Los Pérez o ramos de flores en la cuneta a nivel del Km 1, que ha triplicado el tráfico de vehículos sin que se respeten los controles de velocidad; no se ha hecho nada por solucionar el problema que supone circular por esa carretera.
Jon Oria
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