«¡¡¡¡¡Ya están aquííííííííííííí…!!!!!», sí así, como si la mismísima niña de «Poltergeist» estuviera llena de caquita hasta el cuello por el miedo que le corroe.
Así estamos más de cuatro cuando oímos hablar de elecciones, sean de la clase que sean. Cuando llegan, formateamos nuestro disco duro para que esté adaptado a escuchar de todo, y, cuando menos tenga que ver con lo que se va a votar, mejor.
Y si no, que alguien me explique o me diga de qué va esto de las elecciones europeas: ¿qué nos jugamos?, ¿cuántos diputados tiene el Parlamento?, ¿qué leyes promulgan?, ¿cuántos idiomas se hablan?, ¿cuánto ganan los de la poltrona?, ¿qué beneficios tiene nuestro país?… ¿Es mucho pedir…?
Creo que sí, porque con la pasta que se deberían gastar TODOS los partidos en publicidad institucional para precisamente ilustrarnos sobre el tema europeo -y, lo que es más importante: ilusionarnos con el proyecto europeísta y universal de los pueblos-, se nos da la matraca (pagada, claro) con videos cutres y malintencionados, llenos de dobermanes, zapatos en las mesas, trajes de Armani, aviones que van con destinos equivocados, y sobre todo mierda, mucha mierda, como si fueran a estrenar una obra de teatro en la Ópera de Milán.
¿Cuándo se van a dar cuenta nuestros dirigentes políticos de que este tipo de actitud pueril y de un «frikismo» que ronda el esperpento lo único que consigue es aburrir al personal y hacerles llegar a un hastío que luego se refleja en una abstención desmesurada, fruto precisamente del hartazgo que producen estas imágenes?
No seré yo el que deje de ir a votar, ni el que incite a los demás a hacerlo… muy al contrario, creo que el derecho más hermoso de una democracia es precisamente «meterla». Sí… como si fuera lo que están pensando… aunque en este caso sea la papeleta en la urna, esa urna que tenemos que llenar de esperanza y futuro para poder exigir que nos hagan un último favor: Crezcan, políticos nuestros, y déjense de tirarse los trastos a la cabeza y arrimen juntos el hombro para sacarnos de esta situación… razón tenía la Pilar (mi madre): «entre todos la mataron y ella solo se murió».
Dejar una contestacion