Me acosté el domingo noche con la cabeza embotada, en la que me salpicaban por dentro cifras y porcentajes, techos y suelos, subidas y bajadas, participación y su contraria, y porque además antes nos envolvieron los Ibex, Euribor, coeficientes de caja, negociación y renegociación de hipotecas, etc., etc., (y nos siguen envolviendo). Pero me había sentido relajado unas horas antes viendo a mi sobre irrumpir tan chulito él en la urna de cristal, como diciéndole a los demás: «ya estoy yo aquí también…», y trasladando mi inquietud a nuestros políticos con evidente deseo de que acierten en la gestión del bien común. Pues el chulito y todos los demás lanzaron a todos los vientos su mensaje.
Y ha salido un Parlamento en la vieja Europa, vieja Europa que se resiste, según mi opinión, a reaccionar en busca de algunos de sus muchos valores perdidos, más de derechas y menos progresista. ¡Qué barbaridad!
Pero, desde la nimiedad del ser de mi sobre, desde la levedad que representa un voto y sólo un voto, mi papeleta sí ha querido decir muchas cosas. Se suma a la voz de otros muchos para pedir por enésima vez que España se desprenda de ese cainismo reflotado estos últimos años.
Pide también mi voto a los partidos que han de administrar la gobernanza un acuerdo para evitar a formaciones minúsculas antisistema como ahora se dice y lo son, que resultan determinantes en la gran política nacional (¿son catalanes los siete u ocho primeros de la lista del PSOE y ninguna andaluza, por ejemplo?).
Y pide mi voto también la no promulgación de leyes importantes, de temas serios, fabricadas en una mesa camilla por la noche y sin consenso con el otro que algún día te relevará (si no hubiera relevo, habría que reírse de las tan denostadas dictaduras).
Pide mi voto, pobre de mí, que se ceje de paparruchas como los bautizos laicos esos, retorciendo y machacando las etimologías de las cosas. Retírese el Proyecto de Ley del Aborto. Todo. No solamente el supuesto de la niña de su Ministra como magnánima concesión a quienes se oponen hasta desde dentro de su propia casa. El aborto es un fracaso y una tragedia y habrá que retocar lo que la sociedad no esté haciendo bien sobre el particular.
No hace falta ley de libertad religiosa alguna porque ya la contempla la misma Constitución.
Olvídense de la Memoria, que todos tenemos, sobre todo los viejos, que la vivimos, y haga una efectiva política de cara a esa empresa que crea trabajo. Revisen la política del agua y la energía. No cierre Garoña sin aconsejarse seriamente de los expertos con la excusa de ser una promesa de su programa. Que hay cosas que no deben ponerse en los programas… (la Ley del Aborto citada, por ejemplo, no la puso Vd). Mándenos agua al Sur y al Levante Y lo oirá de muchas papeletas también. Recuperen para el Estado las competencias en Educación y dejen gobernarse a los Jueces y Fiscales por ellos mismos…
¿Es bonito o lo parece? Pues si quisieran los de la gobernanza, en un pis pas.
Ah, ¡y no nos quite los chiringuitos de las playas, por favor…!
JortizrochE
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