Yo me estremezco de angustia e impotencia, ante esta devastadora y estancada crisis que nos asola provocada por los de siempre. Los oligarcas del poder omnímodo que dominan y avasallan al pueblo llano, bajo unas aparentes siglas democráticas que, disfrazadas de esa guisa, hunden y anulan todos los derechos sociales que nos son inherentes como sociedad civil y están recogidos en la discutible Constitución.
Esta crisis es un suma y sigue que está haciendo que el estado del bienestar social conseguido tras la transición como un «regalo», no por justicia y derecho hasta que llegó la crisis, desaparezca para los que pertenecemos a la clase trabajadora mayoritaria, que somos la levadura que acrecenta y multiplica la riqueza sólo de unos pocos. Sin la clase obrera, todo el emporio universal en todos los tiempos no se hubiera producido; pues ni guerras, ni imperios, ni capitalismo por sí solos, sin la mano obrera el pueblo, hubieran dado ni edificado nada como la muralla china, las pirámides, palacios, templos, etc., etc.
Esta recesión se ha llevado todo lo concerniente a los ciudadanos comunes, sus derechos, y nos ha hecho conocer a parte del sufrimiento, a una «prima» que no es la hija de tu tía. Una quita, del honrado dinero de las criminales preferentes; de los salarios y pensiones para llevárselos ellos, nuestros gobernantes, en magros sueldos sobre sueldos, «oscuros» sobres, despidos millonarios y demás prebendas y ladronicios y sus miserables y cínicos insultos que dedican a los defensores en el caso de los brutales e inhumanos desahucios o cuando se quejan porque van a la puerta de sus casas y ellos y sus «inocentes hijos» sufren esta situación. ¿Con qué propiedad hablan ellos? Pues se lo merecen y tienen por qué callar.
Me pregunto si estas gentes elitistas del poder, soberbios y prepotentes, sin respeto alguno hacia estas indefensas personas de todas las edades, han visto la tragedia humana, el atropello de los desahucios y sus consecuencias, el trauma y el verdadero sufrimiento que provoca en las familias, sobre todo en los niños y ancianos. Los niños que se quedan sin casa donde dormir, jugar y estudiar junto a sus padres. Los ancianos, todos sin recursos y en la «P» calle sin hogar, ni trabajo, ni prestaciones por culpa de los que se dicen «cristianos». Esto sí es sufrir y morir suicidándose como han hecho muchos desgraciados. Claro que ellos, sus familias y niños no corren riesgos y viven en la opulencia.
Esta generación de niños de los desahucios, de la miseria y el hambre propiciados por estos gobernantes sin escrúpulos ni conciencia, ya están marcados por la destrucción vivencial de sus antes cotidianas vidas justas y humanas. Sin futuro, serán los otros desahuciados de la sociedad que produce bienes no para ellos, pues estos niños no pueden ni podrán estudiar en las debidas condiciones familiares y con problemas y serán marginados debido a esta maldita crisis que han provocado poderes ocultos y que también ha hecho que la generación mejor preparada de la historia sea también la generación desahuciada del empleo por culpa también de esta saga corrupta antihumana que rige, hoy por hoy, nuestros destinos.
Estos jóvenes especializados en diferentes carreras, con máster en todos los campos de la ciencia del saber, tienen que emigrar a diferentes países para trabajar, si pueden, ejerciendo lo referente a sus titulaciones académicas universitarias o en oficios comunes, como está pasando también con los que aquí se quedan sin trabajo ni perspectivas.
En otras más dolorosas y crueles circunstancias, la fratricida Guerra Civil marcó otra generación, la de los vencidos, que se perdió por esa injusta guerra. Unos sepultados bajo tierra en las cunetas y otros sin estudios, bajo el yugo dictatorial emigrando para salir de la miseria trabajando. No tuvieron oportunidad para estudiar, sólo para trabajar.
Tras la muerte del dictador Franco, la transición nos trajo la democracia y el estado del bienestar social ganado a pulso. Y una nueva generación con estudios superiores, bien preparada, son ahora otra generación marcada perdida por culpa de este Gobierno destructivo de todo lo conseguido. Libertad, igualdad, derechos, justicia… y ahí está. El paro y el polémico Wert con la LOMCE y su «chufla chufla»…
Josefina García
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