La memoria histórica de la iglesia católica

Hemos leído en la prensa recientemente que la Jerarquía Católica española prepara nuevas propuestas de beatificaciones relativas al episodio de la Guerra Civil.
Éste no es el primer paquete de beatificaciones que hace la Iglesia relativo a este episodio histórico. Ya hizo otros anteriormente y los demás guardamos silencio respetuoso.
Esta vez, vista la actitud de boicoteo hacia la Ley de la Memoria Histórica, además del respeto debido, conviene difundir el conocimiento de otros muchos detalles, que ellos han tratado de ocultar durante décadas y que ayudarán a formar una opinión correcta de este asunto.
No todos los religiosos merecen ser beatificados, porque algunos «murieron por su fe», pero muchos de ellos murieron porque por su crueldad y por su culpa fusilaron en toda la España nacional a mucha gente a causa de sus delaciones; señalando con el dedo a los que debían ser eliminados, haciendo en muchos casos ellos mismos las listas de rojos y ateos para los falangistas.
Además, han tenido más de 40 años de homenajes y plegarias.
Sirvan como muestra algunos episodios descritos por historiadores extranjeros. Pero tengan en cuenta que son sólo una muestra.
«Juan Galán Bermejo, que había sido EL CURA de la cercana Zafra, era ahora capellán de la 11ª Bandera del 2º Regimiento, que había participado en el asalto a Badajoz en Agosto de 1936.  Después de tomada la ciudad, iban a la caza de la presa oculta. Descubrió a un miliciano escondido en un confesionario y lo mató con su pistola.
No era ésta la primera de las ejecuciones privadas del padre Galán, que estaba orgulloso de todas. Pocos días más tarde, presumía delante de autoridades golpistas: «Aquí está, esta pistola ha librado al mundo de más de un centenar de marxistas».
(…) Franco y sus mandos apreciaban y fomentaban estas iniciativas».
En BADAJOZ tuvo lugar la primera gran matanza y la más brutal de la guerra. Entre 2.800 y 4.000 personas, según historiadores. Civiles, mujeres y niños que defendieron la legalidad o simplemente eran de esas ideas.
«En SEVILLA, todos los barrios obreros resistieron durante los primeros días hasta el fin, pese a encontrarse prácticamente sin armas.
En el barrio de San Julián, la matanza fue horrible. Los legionarios obligaron a salir a la calle a todos los hombres que encontraron y los mataron a bayonetazos.
Triana fue arrasada a cañonazos. En las casas que habían ofrecido resistencia fueron sacados todos sus habitantes y pasados a cuchillo: hombres, mujeres y niños. En las calles más estrechas había que amontonar los cadáveres contra las paredes de las casas para que pudieran pasar los vehículos».
«En VALLADOLID, donde la sublevación había triunfado después de vencer la resistencia de los ferroviarios y arrasar la Casa del Pueblo, se fusilaba a unas cuarenta personas cada noche en las afueras de la ciudad. Eran fusilados con tanta regularidad, que se instaló UN PUESTO DE VENTA DE CHURROS para satisfacer a los espectadores que iban en automóvil a contemplar el espectáculo. Onésimo Redondo, el fundador de las JONS, y sus falangistas se entregaron a esta labor de purga».
«En NAVARRA y ÁLAVA, los nacionalistas vascos eran fusilados por los sublevados SIN PERMITÍRSELES CONFESARSE… Unos sacerdotes que trataron de intervenir también fueron asesinados» (esto lo hacían los que decían defender la Iglesia y la Religión).
«Un maestro de HUESCA fue golpeado hasta morir por unos falangistas… para suicidarse se cortó una vena con sus propios dientes».
«En TERUEL, para fusilar al director republicano del instituto, se ordenó que el pelotón fuera conformado por exalumnos suyos. (…) Nadie sabía de qué sería acusado».

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Los párrafos entrecomillados corresponden a dos libros «La Guerra Civil española», de Hugh Thomas, y «La Guerra Apasionada», de Peter Wyden.
¿Quién beatificará a toda esta gente?
Ellos fueron los que defendieron la legalidad, los que lucharon por la democracia y la libertad. Y no se han elevado plegarias públicas por ellos en las iglesias. Ni sus nombres están esculpidos en las paredes de los templos.
Por el contrario, la mayoría de ellos permanecen perdidos bajo tierra.

José Boj Quesada

2 comentarios

  1. Señor mío, empieza usted diciendo que «algunos religiosos «murieron por su fe», pero muchos de ellos murieron porque por su crueldad y por su culpa fusilaron en toda la España nacional a mucha gente a causa de sus delaciones; señalando con el dedo a los que debían ser eliminados, haciendo en muchos casos ellos mismos las listas de rojos y ateos para los falangistas».
    Miente usted: las izquierdas revolucionarias asesinaron a 7000 religiosos, obispos, curas, monjas, frailes y seglares en el periodo 1936-39. Ello sin contar los asesinatos y las quemas de iglesias en el periodo revolucionario de 1934, mayo del ´36 con las quemas de iglesias, o la legislación anticlerical que promulgó la República en su primera legislatura constituyente -es decir, legislar contra la religión antes de que existiera una constitución-. Miente usted y para para probarlo le diré lo siguiente. El Frente Popular no ganó ninguna batalla consistente al Ejército Nacional, salvo Guadalajara en la primavera de 1937. No se produjo, pués, la situación en que un territorio del bando Nacional fuera reconquistado por largo tiempo por los rojos y éstos pudieran tomar represalias contra curas beligerantes. Miente usted, pues. La inmensa mayoría de los asesinatos se produjeron en zona roja al inicio de la guerra. ¿Se ha olvidado usted de las sacas de octubre de 1936 y de los fusilamientos, ametrallamientos y zanjas de Paracuellos? Mire, el último obispo asesinado lo fue por los rojos justo pasando la frontera a Francia en vísperas del primero a abril de 1939, año de la victoria.Hasta ahí llegó la crueldad de los rojos.

  2. Jesús:Muy bién contestado.Me has pillado la respuesta.Pero veo que aún te has quedado corto. Pero para muestra vale un botón.

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