Esto es «Educación para la ciudadanía» y no lo que quiere poner en los colegios Zapatero… ¡Con un par!
Los guionistas de tal serie han contrapuesto todos los valores de los jóvenes de hoy, haciéndonos creer que la trama se desarrolla en un instituto de adolescentes, donde los profesores son más inmaduros que ellos y donde la acción en las aulas es como mucho tres minutos de la hora y media que dura cada capítulo.
Donde pone igualdad, tenemos racismo contra un chinito, que, por cierto, qué raro que en un instituto de hoy día sea el único inmigrante.
Donde se habla de homofobia, una buena dosis de machismo, hasta el punto de hacer que un chico se suicide en el primer capítulo por tildarlo de gay.
Donde se debería hablar de optimismo y esperanza, raciones dobles de depresión, angustia, celos, drogas…
Y ya para colmo de los colmos, sexo a raudales, pero, eso sí, lo más explícito posible, y cuanto más carne se vea mejor, y además todos contra todos, que es lo que mola… Y si un chico de 17 años se enrolla con una profesora de 30, pues ya lo último. A eso siempre le han llamado apología de la pederastia, ¿o no?
¿Realmente es ésta nuestra juventud? Creo que, por suerte, no. Y todo esto lo ven cada lunes más de tres millones de espectadores (según los audímetros, que de ese tema ya hablaremos).
Y la Conferencia Episcopal, que ponía el grito en el cielo precisamente por «Educación para la Ciudadanía», ¿dónde se esconde ahora? ¿No tiene nada que decir? ¡Ah, claro! Se me olvidaba que terminó la campaña electoral.
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