La Antigüedad vio cómo los mongoles liderados por Gengis Kan, en los primeros años del siglo XIII, salían de sus territorios para conquistar el mundo. Arrasaban los territorios por donde pasaban para después ocuparlos e instaurar en ellos su propia dinastía. Así lograron construir el mayor imperio conocido hasta hoy.
En la actualidad ya no se producen «razzias» invasoras al estilo mongol. Hoy vemos con total normalidad la ocupación de los territorios legalmente, gracias a la liberalización y globalización de los mercados financieros; lentamente pero con paso firme estamos siendo ocupados y las consecuencias finales son tan devastadoras como aquellas.
Hoy, los descendientes de aquellos mongoles de Gengis Kan, es decir, los chinos y los indios, gracias al capital acumulado durante decenios por sus políticas proteccionistas y expansionistas, son capaces de instalarse en muchos países occidentales, donde compran sectores estratégicos enteros aprovechando la debilidad de esos países. Ya en África, donde hay una verdadera guerra por el control de sus riquezas naturales, controlan los sectores primarios que garantizan su aparato industrial expansivo.
Nos quejamos y parece que es inútil esa queja, por el mucho poder que demuestran día a día los particulares sobre el control de los sectores estratégicos vitales para el desarrollo de nuestras vidas, que manejan a su antojo, situándonos en una verdadera esclavitud moderna. No sabemos ni quiénes están detrás de esas empresas ni a qué intereses sirven, pero desde luego no son los de los ciudadanos. Sin embargo, esta circunstancia no parece importar a nuestros gobiernos, cuya inhibición nos hace dudar de su honestidad con la llamada puerta giratoria, ya que permiten que esto pase, que es gravísimo, y supone el lento y progresivo control de nuestra sociedad por gentes que no conocemos y que nada tienen que ver con nuestra cultura, y que lo único que les importa es lo que puedan obtener.
No deberíamos, los ciudadanos, consentir esta situación mirando cómo esquilman los recursos que tanto esfuerzo nos han costado a nosotros y a quienes nos precedieron. Debemos exigir que el Estado mantenga en su poder los sectores estratégicos para evitar así que vengan a ocupar nuestras estructuras políticas, económicas y culturales, como hacen otros países de nuestro entorno como Francia, Gran Bretaña, Italia, etc., que mantienen el control directo de esos sectores estratégicos.
Es una verdadera ocupación similar a la de Gengis Kan, pero utilizando medios más sutiles y silenciosos, pero que producen el mismo resultado, que es el control económico y cultural.
Antonio Lora Jiménez
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