Querido lector, faltan unas horas para la jornada de reflexión de mañana sábado ante las elecciones europeas. Importantes, dicen, por las reformas hechas en la Unión con el fin de mejorar su rendimiento y de las cuales por cierto no se nos ha dicho paladinamente en qué consisten. Podrán tomar decisiones políticas y económicas más determinantes que hasta ahora. Vale, como dice la gente joven en estos tiempos.
Esa jornada de reflexión de mañana, será más corta que en otras ocasiones, por lo menos aquí en España, con perdón, porque a partir de las siete u ocho de la tarde, empezaremos a estar pendientes de lo que ocurra en la capital hermana de Lisboa.
Se trata de un asunto menor al que me refiero por vez primera y que no es otro que la contienda deportiva europea más importante y mediática del año. Juegan al fútbol, se disputan una copa hegemónica más mundial que europea, dos equipos españoles haciendo historia, pues son de la misma ciudad que es Madrid, capital de España. No lo traería a colación si la disputaran como de costumbre dos de los de siempre, millonarios -hay un elenco no muy numeroso- que se reparten invariablemente ese honor, con rabia, orgullo y prepotencia. Son los poderosos de todos los terrenos de juego, no discuten con nadie… avasallan (ya nos han enseñado, obscenamente a mi entender, algunos, las nuevas camisetas que han comprado por un pastón para la próxima temporada, con el superhombre dentro. Y otros la subida escandalosa de sueldos… ya de por sí escandalosos). Pero, repito, si la noticia viene aquí, es porque este año a esa meta ha llegado uno excesivamente delgado de presupuesto, vendedor no comprador, e intruso -no me da la gana de poner outsider- que ha mantenido épicamente el aliento junto a las zancadas de los ricachones amargándoles la fiesta. El Atlético de Madrid ya ha ganado porque su trayectoria vale más que una final. Quien lo ha capitaneado, ha imbuido a sus jugadores la grandeza de unas ideas por las que ha merecido la pena luchar y hace al mismo tiempo a los hombres fuertes y ejemplares. La humildad y el rigor en el trabajo cotidiano, amén de la ilusión junto a grandes dosis de solidaridad y generosidad. No, no te olvidaremos nunca Simeone.
Y termino con el otro asunto mayor de las elecciones europeas. Aquí también hay un «duopolio político» por lo menos, que no sabemos ya a estas alturas si es bueno o pernicioso, por lo determinante que resulta. Si en el asunto menor ha llegado un intruso que objetivamente no repetirá, en la gobernanza van a llegar al Parlamento Europeo unos cuantos más, bastantes más. Representan esos grupos políticos, unos más que otros, la contestación y el descontento ante un estado de cosas insostenible y lamentable. Es por eso por lo que yo, desde mi modestia de hombre solo y también con mucho desaliento, les ruego a esos dos aparatos de poder que mayoritariamente nos representan, que en esa jornada de reflexión, reflexionen ellos, la copen y ocupen mentalmente, para que pudieran advertir la presunta y tremenda parte de responsabilidad que pudieran tener por su inadecuado comportamiento. Dejen de mirarse al espejo de la madrastra y con generosidad y ejemplaridad hagan comprender a esos antisistema que fuera se vivirá peor y caóticamente y que sólo falta corregir lo que tenemos, regenerándolo. Sólo la palabra y los argumentos nos harán mejores y no la división, el rencor y la violencia.
Así, ayer, se nos leía paternal y elocuentemente que es nuestro corazón el primero que tiene que encontrar la paz.
JortizrochE
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