Carta para una despedida
La vida es una herida abierta al borde del abismo de la muerte:
La vida, a la que yo vitupero por su falsa y engañosa hermosura, me ha ido pasando a lo largo de mi existencia en ella, su factura de dolor y muerte. Hoy ocho de junio, he vuelto a sentir el desgarro de otra ausencia. Mientras las alegres golondrinas surcaban los cielos de la mañana, el negro pájaro del alba se ha llevado, entre sus frías alas, a un ser de infinita bondad. De un alto valor humano. Mi querida hermana Trini, que, herida por la vida, nos ha dejado para siempre a todos los que somos parte de su carne, de su sangre, hundidos en el dolor y la tristeza por tan amarga ausencia; esta vida que sin tu pedirlo, un día te encuentras viviendo en ella; y lo quieras o no, estás ahí y tienes que asumir sus consecuencias. Vivir para morir, triste y cruel destino el suyo.
Esto es una herida que no cesa de producir un dolor exarcebado ante lo inevitable. Pasará el tiempo sobre las hojas caídas de la vida y ya nada será igual, pero este dolor tendrá que mitigarse algún día, y seguiremos ahí viviendo con los recuerdo de la querida ausencia junto a otras que ya se fueron y que siempre nos acompañan.
Desde aquí, damos infinitas gracias a todos los que la queríais y habéis sentido su muerte y nos arropasteis con vuestras presencias y vuestro afecto en este dolor de negra umbría. Tarde o temprano, todos pasamos por ese trance, cuando ese pájaro del alba se lleva a nuestros queridos seres. Gracias amigos, desde nuestro corazón herido por esa dura vida que nos trae a ella y en cualquier momento nos deja sin explicación alguna en este insondable enigma.
Era el sacrificio. El amor entregado a su familia, con la nobleza de los seres que aman y llevan su dolor en silencio. Era un ejemplo de ser humano que entregó su vida por amor, sin pedir nada a cambio. Se despertará la mañana y parecerá engañosamente todo igual pero…
Las cenizas del destierro solo son materia servil perecedera, pero el espíritu intangible es el que da la vida inmortal.
Allí donde todo es silencio / donde la eternidad mora y el amor yace dormido, Allí, en ese destierro obligado de la vida, no crecerán las flores del olvido.
En póstumo homenaje.
Josefina García
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