Es evidente que uno tampoco quiere convertirse en un viejo cascarrabias, como bien apunta Caballero Bonald. Pero es que ya resulta espantoso comprobar tanta injusticia social, tanto mamoneo económico, tanto delincuente de cuello alto, o de calzoncillo estrecho, el atroz descenso de los derechos humanos, de los derechos laborales, las miserables guerras, los otros miserables gobiernos que venden armas para que continúen las guerras… Y al final todos sabemos que lo que hay que recuperar es la dignidad de vivir, como sabiamente dice el poeta. Esto es un hartazgo ya, pero es que, claro, leo que Santiago Calatrava, arquitecto de cabecera del PP, ha sido imputado por cobrar 2,7 millones de euros por un proyecto que nunca hizo: Centro de Convenciones de Castellón. Aquí, en mi ciudad, este mismo arquitecto cobró por la maqueta de la futura transformación del puerto y alrededores 100 millones de las antiguas pesetas. Entre unas cosas y otras, más otras y otras, ya sabemos dónde está esa ingente cantidad de dinero que se les ha trincado a los valencianos. Aburrido y asqueado de tanta ignominia, me pregunto: ¿Y si hacer política fuera algo parecido a este proyecto de sentido, colectivo, desmercantilizado…?
«El primer trago de cerveza. Explotar con los dedos burbujas de plástico. Como huelen los bebés. Ir a la cama y darte cuenta de que no tienes que poner el despertador. Quitarte los zapatos después de un día duro. El lado frío de la almohada. Pasear descalzo por la playa. Olor a pan recién hecho. Dar una buena (o mil, esto es mío) noticia. Sábanas limpias. Que un niño busque tu mano cuando vais por la calle. Recomendar algo a un amigo y que le encante. Que pongan en la radio esa canción que siempre escuchabas. Dormirte mientras lees. Café recién hecho. Cocinar para tu familia y que te feliciten. El olor que deja una tormenta de verano. Acabar un buen libro. Encontrar en un bolsillo un billete que no sabías que tenías. Recibir una carta escrita a mano. La risa contagiosa. Que tu hija se duerma mientras le haces cosquillas en la espalda. Llegar a tiempo a pesar de salir con retraso. Acordarte de eso que tenías en la punta de la lengua. Regalos hechos con tus manos. Abrir un libro nuevo y oler la tinta fresca. Que a alguien le hagan gracia tus chistes malos. Perder el tiempo. Saberte toda la letra de una canción. Acabar algo y sonreír». Esto lo escribió Guille Viglione, y yo lo he recogido de Monedero.
En fin, con este pensamiento os dejo, amables lectores y lectoras. Suerte.
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