Ernesto Ruiz Merino
Consejero Delegado Ferris Hills
Cuando llega el verano todos queremos escapar del bullicio y el agotador ritmo de las urbes, donde la rutina llega a agotarnos de tal manera que hasta a veces cuesta respirar. El aire viciado y contaminado termina por agobiar y la necesidad de escapar se hace necesaria. Pero a veces el remedio acaba siendo peor que la enfermedad, ya que se tiende a veranear en clásicos destinos –generalmente repletos de gente- en los que el sencillo gesto de conseguir un lugar para instalar la sombrilla supone casi una misión imposible.
Esta agobiante realidad lleva a muchas personas a renunciar a pasar sus vacaciones en la playa y decantarse por otros destinos menos concurridos como la montaña. Pero la cuestión es que las vacaciones están para disfrutarlas y la temporada estival es para vivirla de cara al mar, disfrutando de la brisa y dorarnos la piel con los rayos del brillante sol del mediterráneo.
La esencia de este mar persiste con el tiempo para quien lo ha conocido y vivido, y la costa blanca alicantina es sin duda un destino más que apetecible para los amantes del sol, la arena y el mar. Pero la realidad es que -como sucede prácticamente en todo el litoral- en localidades como Torrevieja la costa está por demás urbanizada y se llena de turistas, haciéndose difícil encontrar remansos de paz y tranquilidad en donde desconectar, que es de lo que al final se trata.
Torrevieja es una ciudad y un municipio costero de gran valor a nivel paisajístico y medioambiental. Es ahí donde se encuentra un lugar diferente. El Palmeral de Ferris, un Oasis –a solo 3 kilómetros del centro de la ciudad- que sin duda ofrece una alternativa turística de lo más vistosa y apetecible. Sus visitantes pueden encontrar entre sus palmeras la tranquilidad y el sosiego que tanto han estado buscando.
El fomento del turismo –y más en tiempos de crisis como los actuales- es crucial, y aunque la costa blanca sea desde siempre un destino elegido por miles de personas procedentes del norte y centro de Europa, poder contar con un entorno tan original y exclusivo como es el palmeral es impagable. Este tesoro en bruto permite a la localidad poder ofrecer un reclamo turístico diferente y exclusivo que si se consigue promocionar correctamente supondrá un repunte en el número de visitantes durante los meses estivales de verano.
El Palmeral de Ferris es un valioso lugar a nivel paisajístico y natural que invita al relax y al descanso, algo que buscan gran parte de los turistas que llegan a la costa. Infinitas palmeras se hermanan entorno a la fina arena blanca que engalana a las aguas mansas y cristalinas de la cala que corona un paraje único, un sitio abierto al público guardado y conservado por la familia Murcia que se dedica día tras día a preservar este paradisiaco entorno.
Las altas palmeras apuntadas al cielo, son sin duda el mayor atractivo de un paraje que transporta a sus visitantes a lejanas y exóticas playas tropicales sin la necesidad de salir siquiera del municipio valenciano. El palmeral brinda un ambiente más tranquilo, alejado de las masificadas playas colindantes y supone una oportunidad única para conseguir atraer a otro tipo de turistas, personas que busquen algo más especial y exclusivo. Otra manera de vivir el verano es posible.
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