Persona eximida de responsabilidad penal por no poder comprender la ilicitud de un hecho punible o por actuar conforme a dicha comprensión.
Ésta es la definición que nos otorga la RAE de esta palabra que está ahora tan de moda. De un modo coloquial, podemos decir que una persona es inimputable «cuando no le va a pasar nada si comete algún delito», simplemente, nos explican en la facultad, porque no entienden lo que están haciendo. Como seguramente sabrán, ya que los medios de comunicación nos bombardean con este tipo de datos, la edad penal en España es a partir de los 14 años, desde esta edad, y hasta los 18 años se aplica la llamada «Ley del Menor». Por debajo de esta edad, se les considera inimputables, es decir, invisibles para la justicia, porque supuestamente no saben lo que hacen. Ustedes, al igual que yo, saben que esto no es así, y que a dicha edad se sabe lo que se está haciendo. Pero, bajo mi punto de vista, esto no es lo peligroso; lo peligroso es que un inimputable sepa que lo es, sepa que no se le puede hacer nada haga lo que haga. De esto se encarga perfectamente la televisión, recordándoselo cada vez que algún triste suceso ocurre con menores como autores de los mismos.
El filósofo por excelencia, Platón, planteó un mito sobre la invisibilidad, dando a entender, que, si a alguien se le concediera dicho don, lo usaría en beneficio propio y siempre para hacer el mal. Esto es lo que verdaderamente son esos menores para la justicia, invisibles.
Hace falta una reforma, eso está claro, vamos a dejarnos de decir que no hay que legislar en caliente, que esto viene de lejos y hay que hacer algo, simplemente porque hay un cambio. Los menores, según las estadísticas, han cambiado y todos lo estamos viendo día a día. Han cambiado en sus hábitos, en sus valores, en su forma de pensar, actuar y, sobre todo, que es el tema que nos ocupa comenten más actos delictivos, muchos más. Así que el Derecho tiene que adaptarse a ello e ir por detrás de la sociedad hasta alcanzarla, hasta adaptarse, y así dar la respuesta que la sociedad necesita y reclama.
Por último, pregúntense: ¿qué harían si fueran invisibles? O, lo que es lo mismo, ¿qué harían si fueran inimputables y lo supieran?
Ángel Guardiola Carbonell
Estudiante de Derecho
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