El Carnaval es esta época divertida y desenfadada en la que disfrazarse, pasarlo bien y no pensar mucho. Pero eso parece ser que se hace en este país aunque no sean estas fechas. Vemos triunfar en televisión un «reality» donde se fomentan los más bajos instintos, despreciando la cultura, la educación y la preparación. Triunfan la ordinariez, la incompetencia y la prepotencia. Los más embrutecidos y malcriados. Consentidos y rodeados de aduladores, como si fuesen políticos en el poder. Lo peor es que baten récords de audiencias de una forma vergonzosa, con tanta basura y desfachatez. Eso es lo que gusta, mal que nos pese. Entretanto, los otros, políticos y banqueros, se han dedicado a dejarnos sin nada. Ahora llega la campaña electoral y nos cuentan que no nos preocupemos, que todo va a mejorar. Que les votemos y sigamos adormecidos. Ellos se encargarán de ir dejándonos sin una Sanidad, ni Educación públicas de calidad. Cuanta menos cultura tenga el pueblo, mejor para ellos. Así se adoctrina mejor. Nos dicen que la crisis se está acabando y nadie lo percibe. Que la electricidad ha bajado en el último año, cuando vemos subir cada vez más el recibo. A los enfermos de hepatitis C no les facilitan su medicina, porque dicen que es cara, pero no falta dinero para despilfarros, como Bankia y demás amigos. Dejan marchar a los investigadores, ¿para qué los queremos? Aquí nos quedamos con Belén Esteban y Paquirrín como ejemplo. Han propiciado que la Iglesia se vaya adueñando del patrimonio cultural de todos los españoles. Porque lo de la Mezquita de Córdoba es demasiado fuerte, no tiene nombre. Tendremos que despertar algún día, ¿no? Lo peor es que, si repasamos la historia, observamos que siempre ha sido así. El pueblo español lleva adormilado siglos, mientras que le han saqueado y extorsionado entre unos y otros.
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