Los Cuentos de Calleja
Tras una serie de programas sobre el presente estado de la educación, que necesariamente habrá de pasar por el tamiz de las críticas generacionales, no nos queda más remedio que aceptar que resulta difícil decidir en qué consiste estar bien o mal preparado para la vida, por lo que los más jóvenes sobre todo están manifestando sus desacuerdos con el sistema tradicional, aunque habrá que reconocer que existe ese mínimo exigible que ha de mantenerse firme y consolidado pase lo que pase.
De pequeño, yo siempre escuchaba, sobre todo de boca de mi madre, que «ante todo la cartilla», el único librejo que llevábamos a la escuela primaria, pero que, al menos en mi caso, fue un sólido fundamento para mi educación aquí y en el Reino Unido, y no me avergüenzo de haber pasado por aquella libretuja que nos sirviera a los seis hermanos y una hermana, la mayor, que imponía los principios disciplinares que eran intocables. Los británicos simplifican la enseñanza tradicional básica con el dicho de: «saber controlar bien las tres erres»: «Reading», o entender lo que se lee; «wRiting», o ser capaz de expresarse escribiéndolo; y, finalmente, «aRithmetics», o el control de la numerología.
Pero, refiriéndome a los «Cuentos de Calleja» que coleccionábamos de chiquitines, aunque tenían que leérnoslos en voz alta para darles el propio ritmo que requieren los relatos infantiles; por Google acabo de enterarme de que su autor, Saturnino Callejas Fernández, realmente existió (1855-1915). Yo le había dado una forma inmaterial en mi mente, pero sabemos que había nacido en Quintanadueñas, Burgos. Publicaba sus libros bien encuadernados con ribetes y viñetas en cartón sólido y los editaba cuidadosamente para no asustar a los más pequeños, tratando de captar futuros lectores, y en verdad no falló. Si levantara la cabeza, le enorgullecería saber que se está recogiendo a través de Internet toda la colección, hasta ahora de una cincuentena volúmenes, y que vuelven a sonar títulos como «Khan Killin Xon Xun», «Testigos con alas» o «El Tesoro del Rey de Egipto».
El poeta Paul Valery creía que era la primera educación la que sufriría más modificaciones con el transcurso del tiempo, y no andaba muy equivocado.
HECHOS Y DICHOS
Educad a los pequeños para no tener que castigarlos de mayores. Pitágoras
PROVERBIO DE SOLERA QUE HACE RECAPACITAR
Educarse consiste en olvidar todo lo mal recordado para volverlo a aprender.
HOLA;
VENDO A TRAVÉS DE EBAY UNA GRAN CANTIDAD DE TOMOS DE SATURNINO CALLEJAS.
MAS INFO
http://cgi.ebay.es/ws/eBayISAPI.dll?ViewItem&ssPageName=STRK:MESELX:IT&item=170228654432