Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro
Carlos, Carlos, Carlos……pero, a ¿qué tentación me envías, por dios?: ir a cenar contigo (tú, todo un desconocido para mí, y yo, ese excéntrico articulista). De acuerdo, hasta podría contemplarla, pero…¿con quién hablaría yo, en ese encuentro, entonces?. Porque, para empezar, tú no eres tú, sino tu retahíla monocorde de librería parroquial (por cierto, aburrida y alejada de la realidad a la que dicen aludir tus miles de referencias infernales, truhán). Pero, ¿no sabes, chiquillo, que los libros de Historia los mandan escribir aquellos que, en nombre de tu dios o en el de la patria, asesinan, esquilman, violan, roban y adoctrinan al vencido?. ¿Cómo podría comunicarme, pues, con alguien que ignora estas cosas tan elementales, y, sobre todo lo anterior, quién es él, o sea tú?. Mira, Campanilla, sé que te gustaría estar merodeando por mi camarote de Peter Pan, aunque fuera solo una noche, pero no soporto la basura intelectual con la que pretendes seducirme. Palabras robadas a cualquiera, ideas vanas, pirotecnia mojada, nada propio, vamos. ¿A quién me dirigiría yo entre los entremeses y el postre?. Te repito que no tengo interlocutor contigo, qué le vamos hacer?. A cada pregunta mía, tendrás que echar mano de la cinta pregrabada que almacenas en tu atascado bioordenador eclesiástico, y eso me aburre y decepciona enormemente, amor. Tú, no sabes nada, solo repites las consignas de tus jefes. Así que no tengo nada que compartir contigo porque, tú, no estás. Desapareciste hace tiempo. Mucho tiempo. No hay respuestas originales en tu intento.
Tú, eres creyente y confías en lo que te cuentan, sin más. Yo, experimento cada espectáculo que creo, dudo, y después, asisto a cenas con viejos bucaneros para intercambiar corales y sabrosas experiencias de auténticos marinos. Meapilas, no, gracias (Peter Pan, y yo, somos así). Tú, dices no ser «cura», pero lo pareces (por tu triste y sermón-ladrillo al que te adhieres, cual burbuja inmobiliaria, amén). No obstante, te ayudaría a entender que al dios que promocionas tanto (como inmaterial, invisible, infinito, además de insoportable, intrascendente e inocuo, añado yo) no se le puede demostrar razonadamente, como tú me propones insustancialmente, querido invitador. Me temo que solo con fe podrás encontrar a tu incombustible dios. Algo parecido sucede con Spiderman, un superhéroe (realmente inexistente) que también posee ultrapoderes y es buena gente, sí. Yo, prefiero el comic, ya ves (va con lo generacional, supongo). En mi obra teatral, «Mi tío, el gurú», explico, de manera divertida, por qué dios no existe. La próxima vez te hago llegar un par de entradas. No te la pierdas.
Respecto al «Imperio de la Iglesia», solo decirte que, ¿no os da vergüenza, a los aspirantes a monaguillos, defender los crímenes, de esa multinacional ideológica, a través de los cuales han conseguido el patrimonio y el poder que en la actualidad utilizan para su propio beneficio?. Anota, desconocido anti Charlie Hebdo, torrevejense. Hay tres maneras de someter-engañar al pueblo llano: una, con leyes (Estado); dos, sin ellas (mafia); y tres, contra natura (religiones). A veces, las tres se asocian y el aire, entonces, se hace tan irrespirable como en vuestro chiringuito pastoral, cuando os paséis con el incienso.
Ahora te contestaré a tus dos preguntas, más propias de un niño de primaria, con retraso, que de alguien que paga cenas a desconocidos inteligentes, como yo. Tu primera es, ¿el huevo o la gallina, qué fue antes?. Antes, hombre de dios, fueron los dinosaurios, y la fotosíntesis, y las amebas, y el polvo cósmico, y el azar, infinitamente asombroso (el «manda huevos», del Congreso, efectivamente, vino después). Por todo ello, la Luna, el Sol y la Tierra, alma de cántaro, no necesitan «relojero», como tú dices, para que «funcionen». Porque «son», sencilla y misteriosamente «son». Existen desde siempre, primo. El tiempo ha hecho el resto. Ya sé que no estuvimos allí para verlo, pero llevamos siglos disfrutando de sus reales y agradables consecuencias (la vida en este planeta es una maravillosa experiencia, o no?). Siento también decirte que tú tampoco puedes hacerte un selfie con tu invisible e inimaginable dios, aunque sé que disfrutas, a diario, de sus caprichos, transformados en leyes divinas (como, por ejemplo, privarte del sexo salvaje y natural que surge desde lo más profundo de tu ser). Te aclaro, por las dudas, que la pederastia es una perversión. Esa no cuenta.
Y, para terminar, te digo que, como todo encajó en su momento para que nuestra existencia fuera posible, todo se transformará con o sin nosotros. El Todo seguirá siendo. El Caos, recuerda, tiene su propio equilibrio, en el que ni siempre, ni necesariamente, se ha contado con nosotros. Resumiendo: el Caos existe, y dios, tampoco, ¿qué le vamos a hacer?. De nada.
Ah!…y paso de cenar contigo, porque, «cura», puede que no seas, pero creo que eres un aprendiz de seductor y, ya te digo yo que, como soy un estrecho, solo salgo con gente experimentada, pague o no la cena. Gracias de todos modos, lo que cuenta es la intención. Y la tuya, como tu dios, resulta inapropiada e intangible. Lo sé.
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