La mayor parte de las subvenciones estatales no sirven para nada, excepto para mantener clientelismos del gobierno de turno. Está demostrado que el dinero gastado en subvenciones a asociaciones sin ánimo de lucro, a UGT, CCOO, etc., no redunda a favor de la sociedad; por tanto, es un gasto inútil.
Entiendo que donde hay que invertir al cien por cien es en la investigación y desarrollo, las universidades deben ser las fábricas de nuestro porvenir, es de donde deben salir formados con un oficio tanto un albañil, mecánico o carpintero, o con profesiones tales como, médico, cirujano o profesor de ciencias políticas.
Hasta qué no se cambie el rumbo de nuestra nación, continuaremos siendo un país de tercera.
Soy partidario de los colegios públicos, dirigidos desde el gobierno de la nación, así como la sanidad pública en cuanto a profesionales y la concertación de los servicios.
Visto que nuestro sistema no funciona como debiera, puesto que no conseguimos alcanzar la misma renta per capita como, por ejemplo, Francia, Alemania o Bélgica, ¿por qué no imitamos sus políticas?
Tenemos que acabar con la gente que ve en la política su porvenir y, por el contrario, los políticos deben ser personas que hayan estado desarrollando su oficio o profesión, y que la política sea una etapa de su vida, y no cabe la menor duda de que ello se conseguiría limitando el mandato y con listas abiertas, con el fin de que los ciudadanos pudieran elegir.
Dirigir una nación no es tan difícil como nos quieren hacer creer, hay que tener en cuenta que tenemos un sistema y que los funcionarios públicos son el motor de ese sistema político y universal con sus diferencias.
La Justicia es fundamental pero haciendo que se cumplan las sentencias. Con ello no quiero decir que haya que cambiar la Constitución, sino modificar o cambiar ciertas maneras de actuación.
José Martínez Camallonga
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