«Tan pronto llegue por registro de entrada al Ayuntamiento de Torrevieja, la Concejalía de Actividades actuará, revisará y tomará las decisiones que correspondan acorde a la ley». Así se ha expresado la portavoz del Gobierno, Fanny Serrano, en relación a las quejas de los vecinos de la Urbanización Azahar del Mar por la cercanía de un restaurante de comida rápida. En este sentido, la edil ha indicado que se están revisando todas las quejas de ciudadanos sobre establecimientos y se están realizando inspecciones. Además, ha avanzado que se hará una programación de revisiones periódicas en los establecimientos de la ciudad para comprobar que «la legalidad se mantiene en todo caso», ya que, según indica, «hasta ahora no se habían hecho». Serrano ha subrayado que «el Ayuntamiento tiene la obligación de comprobar que se cumple la legalidad, y más si tienes quejas».
Lo creeremos cuando lo veamos. De momento na de na.
Llegóse la hora del cenar; recogiéronse a su estancia; preguntó Sancho al huésped que qué tenía para darles de cenar. A lo que el huésped respondió que su boca sería medida; y así, que pidiese lo que quisiese: que de las pajaricas del aire, de las aves de la tierra y de los pescados del mar estaba proveída aquella venta.
-No es menester tanto -respondió Sancho-, que con un par de pollos que nos asen tendremos lo suficiente, porque mi señor es delicado y come poco, y yo no soy tragantón en demasía.
Respondióle el huésped que no tenía pollos, porque los milanos los tenían asolados.
-Pues mande el señor huésped -dijo Sancho- asar una polla que sea tierna.
-¿Polla? ¡Mi padre! -respondió el huésped-. En verdad en verdad que envié ayer a la ciudad a vender más de cincuenta; pero, fuera de pollas, pida vuestra merced lo que quisiere.
-Desa manera -dijo Sancho-, no faltará ternera o cabrito.
-En casa, por ahora -respondió el huésped-, no lo hay, porque se ha acabado; pero la semana que viene lo habrá de sobra.
-¡Medrados estamos con eso! -respondió Sancho-. Yo pondré que se vienen a resumirse todas estas faltas en las sobras que debe de haber de tocino y huevos.
-¡Por Dios -respondió el huésped-, que es gentil relente el que mi huésped tiene!, pues hele dicho que ni tengo pollas ni gallinas, y ¿quiere que tenga huevos? Discurra, si quisiere, por otras delicadezas, y déjese de pedir gallinas.
-Resolvámonos, cuerpo de mí -dijo Sancho-, y dígame finalmente lo que tiene, y déjese de discurrimientos, señor huésped.
Dijo el ventero:
-Lo que real y verdaderamente tengo son dos uñas de vaca que parecen manos de ternera, o dos manos de ternera que parecen uñas de vaca; están cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino, y la hora de ahora están diciendo: »¡Coméme! ¡Coméme!»
-Por mías las marco desde aquí -dijo Sancho-; y nadie las toque, que yo las pagaré mejor que otro, porque para mí ninguna otra cosa pudiera esperar de más gusto, y no se me daría nada que fuesen manos, como fuesen uñas.
* * *
Madrugó don Quijote, y dando golpes al tabique del otro aposento, se despidió de sus huéspedes. Pagó Sancho al ventero magníficamente, y aconsejóle que alabase menos la provisión de su venta, o la tuviese más proveída»