Aquí tenemos al clásico «chuleta», que se las va dando de listillo cuando vuelve de vacaciones, presumiento justo de lo que carece; para ello, se dedica a recorrer la zona y fotografiar el chalet más suntuoso: añade otras diapositivas de la piscina comunitaria, en la que ha alquilado una pequeña casa o vive de «gorra» con algún familiar, eso sí, procura que sea bien temprano, para estar él y su familia solos, dentro del agua o sus alrededores. Llega a su lugar de residencia habitual, y echa mano a todo su arsenal: «¡Mira, mira!», le dice al pardillo de turno. «Ésta es mi humilde «casita» de 1.000 m2 construidos y su parcelita de 2.000 con la piscina y el hermoso jardín que aquí ves. Nada, una bagatela de 500.000 eur.!». Antes de emprender el retorno, hasta Semana Santa, va a casa del más pobre de sus vecinos, para decirle, en tono melifluo, si le puede cuidar el trocito de césped de su pariente, muy enfermo, y como él es su único heredero, no quiere tener el «CHALET» abandonado. «Dame tu cuenta bancaria, y cada 6 meses te ingreso 100 euros». ¡Y un jamón sevillano, va a darle la cuenta a un ratero de esa calaña, mentiroso, lleno de vanidad, que, para colmo de ignorancia, convive con una ninfómana guarra y escandalosa, cuya mano tiene, como las de Jesucristo, un agujero enmedio, por el que entra y sale el sueldo como Blas por su casa! No tienen nuca ni un céntimo y se arriman a culquiera para comer o cenar. En cuanto huelen una barbacoa, allá que se «empluman» a jalar como los Cuquis («La que se avecina»). Descaradamente, gentuza de mala ralea, a la que todo el mundo da de lado, pero son tan fatuos que ni se dan cuenta. ¡Pobrecitos snob, que pena me da de ellos y que desgraciaditos son! En fin, yo a reír y disfrutar de la vida, que es lo mío, y a ellos que les den morcillas. ¡Jajajajaja!
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