La diplomacia siempre será un 90% de hipocresía: todos los líderes mundiales que han echado pestes contra Donald Trump (y con razón) ahora le felicitan y apoyan tras su victoria. Hay que reconocer que este tipo se lo sabe hacer: Donald es machista y misógino, pero consigue el apoyo de muchas mujeres; es racista, pero se hace con parte del voto inmigrante; es multimillonario, y le votan los obreros WASP. El sueño americano ahora se convierte en pesadilla y parece que al ciudadano no le importa. El Brexit, el NO en el referéndum de Colombia, en España votan a un partido corrupto hasta las trancas, ahora gana Trump… ¿Qué está pasando? Parece que el ciudadano se ha cansado del «establishment», de estos cantamañanas que llevan toda la vida en política intentando cambiar las cosas pero nunca cambian nada (al menos a mejor), y sin olvidar a tantos «lameculos» sin criterio propio que apoyan siempre a su amo si todo va bien, pero se bajan del tren al menor problema (¿verdad, Antonio Hernando?).
En vez de gente mediocre, el ciudadano americano ha optado por otra cosa: ¿peor? Por supuesto, pero aún no lo saben. Una vez más, les han vendido humo, cantos de sirenas, y se ha votado creyéndose la palabrería de este personaje. En una verdadera democracia, deberían tener acceso al voto sólo las personas que superen un examen. ¿Que suena engreído y antidemocrático? Ya lo sé, y lo es; pero no creo que tenga el mismo valor el voto de una persona medianamente informada y con criterio propio, que el de un granjero de Minnesota o Dakota del Norte (perdón, es un decir, además allí creo que hay mucha inteligencia porque siempre les visitan los OVNIS…).
Rafa Zamora Sancho
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