En efecto, han sido unos quince días, aproximadamente, en que los acontecimientos han superado con mucho lo previsible. Ha sido un mogollón de hechos, y, claro, casi me desborda. Fíjense, amables lectores, que se ha presentado en el Real Club Náutico un libro sobre diversos casos de corrupción en la Comunidad Valenciana bajo el título de «Yonkis del dinero», por un joven periodista alicantino, con mucha documentación, trabajo, fuerza y valor, porque estas cosas no son nada fáciles. Y en un claro ejercicio de libertad y de puertas abiertas del presidente de la entidad deportivo-cultural se ha podido difundir sin ningún tipo de problema para nadie, ni para socios, ni para simpatizantes, ni amigos de los amigos de los amigos. Ni siquiera para la propia democracia. Este periodista ya presentó un primer libro sobre el asunto en el acogedor salón del Hostal Madrid, de mi amigo José Andreu. Y no pasó nada. Y no va a pasar nada.
Por otra parte, a nivel nacional, el «partido naranja» ya se ha desnudado: son de centro liberal progresista, y abandonan toda huella proveniente de la socialdemocracia, es decir, que están (entre otras cosas) por la privatización de sectores públicos tan importantísimos como la Educación, la Sanidad, las Pensiones y la precariedad laboral. Así que ya está más claro que el agua: sentadas las bases para mociones a diestro y siniestro; las de censura, digo.
La cuestión del problema suscitado con las Escuelas Deportivas y su utilización partidista ya produce hastío, pero ahí está todavía. El Consell Consultíu (no sé muy bien qué representa eso) dijo en su día que la última palabra para contratar monitores con empresas externas la tenían los técnicos municipales. Pues lo que los técnicos han decidido en base a la vigente ley. Punto y final. ¿Se pudo haber gestionado de otra manera? Pues naturalmente. ¿Se hizo? Pues ya no lo sé…
Que el actual equipo de Gobierno, mermado por los flancos, está empeñado en acabar de una puñetera vez con las inundaciones de las Cortes Valencianas y la Avenida Rosa Mazón, es un hecho incontestable, es un esfuerzo titánico en el que la empresa mixta del agua está trabajando codo con codo con el Ayuntamiento. Como debe ser. Del flagrante sobrecoste del Teatro por unos cuatro kilos de euros es que ya para qué hablar más. Y si no del acto modesto del alcalde José Manuel Dolón de entregar los 83 pavos ganados en pleito al Ayuntamiento y cuyo destino es una ONG. Que no son los pavos, oiga, sino el gesto que le honra. Y ahora a quitar esos bolardos o bordillos o como se llame, que yo me caí un «porraso» que casi me tienen que llevar al Hospital. Pero no denuncié.
Y se nos murió la brillante periodista de la movida de los ochenta, Paloma Chamorro. Por estos pagos había una mujer más o menos como ella, muy preparada culturalmente, que pudo haber hecho (si la hubieran contratado, claro) unos programas televisivos de lujo. Ahora proyecta otras actividades, que tampoco están nada mal, oye. Salud y buena quincena.
Óscar A. Claramunt
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