No existe el «agua sobrante», ni agua «que se pierde», eso es un invento de los políticos de turno, el cual es contrario a todos los argumentos científicos serios. Si se llegara a realizar el trasvase del Ebro, al faltar caudal, algunas de las consecuencias negativas podrían ser: salinización del río unos 15 km, desaparición del delta en unos 30 años y extinción de 2.000 especies de animales y plantas, 77 de las cuales ya están en peligro ahora. Quizá podríamos compararlo al desastre ecológico del mar de Aral de la antigua URSS. Por favor, no dejemos que se repitan los mismos errores.
Josep Subirats Fabra
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