Uno ya tiene algunas canas vividas y sufridas. Uno ya ha pasado por múltiples acontecimientos en la historia y en la intrahistoria de esta ciudad, pero todavía no he llegado ni a sabio ni a medio tonto, aunque piensen lo contrario algunos de mis muchos detractores vengativos católicos, apostólicos y romanos, que de todo hay en la viña del señor. La cuestión, en sínstesis, y sin meterme en berenjenal alguno, es que en muchos años que han pasado en todo el ámbito de la Semana Santa torrevejense y de sus diversas tradiciones este importante colectivo, había ocurrido una cosa semejante. El tema de quitarle el velo a la Virgen, es decir, de la tradición heredada por parte de una familia y que ha ido de padres a hijos, podría ser lo de menor importancia (que, a simple vista, tiene la suya, claro) en todo lo que está ocurriendo y de la crítica que se ha suscitado. Al parecer, la actual Junta Directiva de la Asociación Hijos de la Inmaculada ha adoptado una medida de forma «unilateral y arbitraria», y ésa es la cuestión grave desde el unto de vista sociológico, porque este colectivo siempre ha sido una piña en torno a todo lo que significa el mundo religioso católico. Ahora se ha creado, en pocos días, casi un cisma, cuya derivación final aún es desconocida incluso para todos los analistas, que los hay, en esta ciudad, que a veces parece una verdadera aldea global, sobre todo por las cuestiones con las que nos enredamos burdamente. El tema ha llegado incluso a una fuerte recogida de firmas para que los Hijos de la Inmaculada cumplan con los estatutos (que, al parecer, se los han saltado). Nunca había visto yo una división tan fuerte, tan hostil, en el seno de este colectivo, ya digo. A mí esto me parece, modestamente, un ejemplo de democracia, siempre que no se salten a la torera los propios estatutos, pero ya digo… No soy nadie para meterme en este resbaladizo terreno. Creo que lo importante en sí es el grado de debate que se está creando. Y no siempre vamos a estar divididos hasta la extenuación los de siempre, oye. Que es bueno que entre algo de aire fresco en el resto del mundo terrenal y celestial. Creo que, con buen criterio, la sangre no llegará al río. Y tampoco creo que tenga que mediar en el conflicto ningún alto jerarca de la Iglesia. En fin, salud a todos y que haya buen rollito. Y cuidadín, que Dios nos ve a todos y a cada uno de nosotros en nuestros actos y en nuestras obras, incluso en la mala obra realizada con el asfaltado del entorno de la Ermita por una empresa de un sobrino de un miembro del Opus, creo.
Óscar A. Claramunt
Que sea una entidad de carácter religioso el origen de una acción de la llamada Sociedad Civil, ya de por si, tiene su mérito, que cunda el ejemplo en otros sectores de la vida torrevejense.
Por cierto y volviendo al origen de su artículo, la tradición no debe obviarse en la vida ciudadana. Lenin en su despacho en el Kremlin mantuvo colgado un cuadro de Pedro el Grande, lo justificó con ésta frase:» la revolución no debe despreciar las tradiciones «.
Salú2.