Si quitamos una coma y ponemos otra, el titular quedaría de la siguiente forma; «Y si no, escribimos del Gobierno mal». Hay una gran diferencia, pero que tampoco va a ninguna parte. Yo lo que quería decir y digo es que nos encontramos en un momento de incertidumbre política en lo nacional, aunque la bolsa mantiene tranquilidad, la prima de riesgo estabilizada, altos cargos del Gobierno saliente tratando de recolocarse o ir directamente al paro, y un largo etcétera. Pero la cosa en sí es que el nuevo Gobierno no está nombrado, cuando escribo estas líneas, y ya va diciendo la caverna mediática que es todo un fracaso. Vaya tela. Incluso los presupuestos aprobados, presupuestos del PP, van a ser enmendados en el Senado (donde tiene mayoría el PP) por el propio PP. Otra tela. Como piensan, y están convencidos, que España es suya, pues nada, aquí no gobierna ni Dios si no es el PP. Igualico está ocurriendo en nuestra ciudad. Alguien del PP está día sí y día también lanzando exabruptos e insultando a diestro y siniestro al entender que el Gobierno municipal es una ruina, y que nada de lo que hace está en el camino correcto. Y mira que para enderezar esto hay que tener un par bien puestos. O sea, el Gobierno central tiene trabajo por un tubo: pensiones, reforma laboral, investigación y ciencia, igualdad, sanidad, educación… un lío que arreglar o reformar o matizar. Igualico que aquí, pero a un nivel menor, claro: el teatro, las basuras, el auditorio, los colegios en barracones, el problema de la policía, el problema de falta de personal funcionario, la ley Montoro, el pago a los bancos, el pago a los proveedores, las perras gastadas en sentencias judiciales… El problema, el problema, el problema… En fin, todo esto que en su conjunto es una «ruina», pero heredada, un lastre que estrecha y dificulta la realización y las soluciones de tanto problema. El PP local, desde el minuto uno, instigó para formalizar una moción de censura. No ha podido ser, y se ha ido luchando contra viento y marea (parafraseando el título del libro de nuestro Manuel Pamies). En verdad, no se ha podido gestionar mucho, pero esto no se arregla en cuatro, ni en ocho, ni en veinte años. Hasta que dure la ilusión, o como diría el otro: «hasta el rabo todo es toro». Suerte, ¡y al loro!
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