La «res politica» como «res publica» en la epistemología de Platón

Resulta extraño que la simple mención de la palabra política sea un tabú para quienes menos se interesan en esa actividad que, quieras que no, nos afecta a todos. En realidad se trata de un tema que han analizado muchos pensadores y que debiera ser tratado seriamente para evitar que quede anquilosado creando problemas en vez de resolverlos.
Si Platón se hubiera percatado de que el tílulo de su obra maestra de filosofía, «La República», iba a seguir los vaivenes de la historia humana, sin duda se lo habría pensado y repensado antes de escoger ese título para denominar la obra cumbre de la filosofía occidental. En la colección Altaya de «Las 100 grandes obras del pensamiento» hay 13 volúmenes sobre el tema que nos preocupa ahora, y baste con citar que el nº 13 sea «La República» de Platón, el 22 la «Política» de Aristóteles, el 9 «Il Principe» de Maquiavelo y el 41 «La Monarquía» de Tomás de Aquino. Extrañan otros títulos como el 86 sobre «El gobierno tiránico del Papa» de Guillermo de Ockham o el 82 de Martín de Lutero: «Escritos políticos», para quien pensar libremente quería decir, ya entonces, sentirse libre de los impuestos del Estado. Y hay un buen número de volúmenes de la colección como aclaraciones a las ideas del filósofo griego.
Muchos pensadores se sienten defraudados al tratar el tema, como si lo ideal y lo práctico nunca pudiera llevarse a términos concretos. Pío Baroja, por ejemplo, confesaba que según él, «la política era el juego sucio de compadres», si bien Alberto Moravia matizaría que, «aunque no te intereses en ella, ella se ocupará de ti», como si a los hombres de estado no les interesara reflexionar sobre lo que dicen, indicaba Peter Ustinov, o aquella sugerencia de quienes consideran que, si los bolsillos de los políticos fueran de cristal, veríamos algo más que monedas de cambio. Se suele presentar el tema con gracia y desaire, pues la guasa es a veces la mejor defensa cuando no queda más remedio que aceptar lo inaceptable, imaginándose que quienes mandan se comportan como cirujanos, al compararse ellos mismos a las víctimas de errores fatales sin meditar en sus consecuencias, y es para éstos para quienes escribiera Platón sus pensamientos más originales.
Se suele comentar que la broma implica que nos reímos cuando algo pretende implicarnos, si bien haríamos mal en obviarlo cuando nos afecta, aunque resulte difícil saber lo que pretenden, pues se rigen por reglas difíciles de precisar, y viene a tono aquel chascarrillo de que la gente se agolpa a sus sepelios para asegurarse de que no levantarán cabeza bajo losas inamovibles.

HECHOS Y DICHOS
El corazón de un hombre de estado tendría que estar instalado en su cabeza. Platón

SUGERENCIA DE NAPOLEÓN BONAPARTE
Tus palabras, para ser creíbles, no deben nunca contradecir a tus hechos.

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