Estamos de lleno metidos en campaña electoral, y en todas las cadenas de difusión nacional o autonómica, las tertulias de la mañana o de la noche se multiplican.
La idea de programa es calcada de unas cadenas a otras: por la mañana, en TVE, Antena 3 y Telecinco, un presentador o presentadora y tres o cuatro contertulios, que casi siempre, como por arte de magia, son los mismos en unos canales que en otros. Por la noche, los martes 59 Segundos de la Primera y los domingos Parlem Clar de Canal 9 son las opciones que tenemos para verles en acción. Porque La Noria no lo puedo presentar como un programa de debate, más que nada, por la poca seriedad de los temas y los contertulios que se dan cita en él.
Si han tenido la oportunidad de ver algunas de estas tertulias, se encontrarán con personajes enfrentados políticamente, discutiendo la mayoría de veces a voz en grito, sin conseguir «bajarse del burro» de su postura ni con receta médica, como ejemplo y para no citar todos los nombres les diré que abundan las «Mariantoniaiglesias» y los «Miguelangelesrodríguez», cada uno por su lado son capaces, unos por la izquierda y otros por la derecha, de ponerte de buena mañana de los nervios, con esos gestos y caras de haber tomado para desayunar vinagre y haciendo que las ideas que pretenden defender se conviertan en coro de gallinero con el que flaco favor le hacen al representante de la ideología que defienden.
Uno de los pocos que se salva de la quema, a mi entender, es Fernando Ónega, que, con su verbo pausado, sereno e inteligente, lo mismo reprocha a la izquierda que a la derecha, lo que a su parecer no se ha hecho bien.
Lo malo de nuestros tertulianos es que «Fernandosonegas» hay más bien pocos que hagan un poco llevadera la campaña que estamos sufriendo.
Más valdría a las televisiones ir reciclándose con nueva sangre de tertulianos, si no quieren que al primer grito que suelte alguno de ellos apaguemos el televisor.
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