Luigi Pirandello
No resulta extraño que los escritores hablen de su forma de vida, con sus motivaciones, fracasos y éxitos; lo que no es tan común es que nos hagan pensar en sus obras sobre lo que supone dedicar todas sus energías a esa tarea, llegando en algunos a casos a identificar ambas labores como si dependieran la una de la otra.
Pirandello (1867-1936) es uno de esos autores que intentó hacernos reflexionar sobre ello, aunque le resultaba difícil describir sus propias experiencias, pues nos dice «porque yo no vivo mi vida, yo la escribo». A pesar de tratar en sus obras de situaciones dramáticas, aunque pretendiera entretenernos, logra que inicialmente quedemos desorientados antes de retomar nuestro propio camino a través de atajos de nuestra propia experiencia para así penetrar mejor en la trama de sus obras dramáticas. Jamás intenta que lo interpretemos como tragedia «para no ocasionar un suicidio mental», nos explica. Pero es seguir ese doblaje de la personalidad lo que nos hará involucrarnos en los eventos que ocurren en la escena para que los contemplemos desde nuestra propia existencia.
Muchos escritores suelen ocultarse detrás de técnicas con frecuencia entretenidas, combinando humorismo y metáfora, pero cuando componen tramas lo harán sosteniendo el límite que da forma al tiempo transcurrido como si se tratara de modalidades musicales. Lo que sí parece cierto es que no se escribe como se habla, y expresará sarcásticamente Gómez de la Serna «hay que dejar que salgan las palabras de la mano» y «si tienes algo que decir, no te pares haciéndolo de un tirón», como si se hubiese pretendido terminar pronto la obra para poder adivinar lo que estarán pensando de él tus lectores. Pero el dramaturgo irá quizás aún más lejos imaginándose que sus personajes se le escapan no sólo de la pluma, sino del escenario de la vida.
A muchos les aterra el enfrentarse a un simple pliego de papel en blanco que habrá que rellenar, como tratando de evadir que no es más que el tiempo que dedicamos a reflexionar sobre lo que nos ocurre día a día; le dará sentido quien se dedique a esta tarea, pero no habrá que confundir que no es lo mismo expresarnos verbalmente, teniendo en cuenta que lo escrito, como lo vivido, no puede volverse atrás, según aquel dicho antiguo «quod scripsi scripsi»: lo que se escribe, escrito está; que tiene un paralelo al insertarse más allá del tiempo en el vivir, por lo que resultará ya irrepetible.
HECHOS Y DICHOS
Lo difícil al escribir es tratar de algo sencillo que habrá que hacer magistralmente. Johan Wolfgang von Goethe
SABIDURÍA POPULAR
Escribir y sentir es ya mucho, sobre todo si se logra pensar al mismo tiempo.
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