La justicia es el principal tema a debate últimamente a nivel nacional. En cualquier medio, emisora o foro se comenta, se opina o se ofrecen diferentes noticias sobre el mal funcionamiento de la justicia española y la necesidad de un cambio.
Ha tenido que darse un caso tan lamentable como el de la pobre Mari Luz para remover las conciencias y que muchos se den cuenta de que no se puede seguir así. Es bien sabido que hay sentencias que claman al cielo, mientras hay quienes van por ahí campando a sus anchas, haciendo y deshaciendo como les place, sin que nadie les controle, ni ponga límite.
Estamos de acuerdo en que somos humanos y nos podemos equivocar, pero es que hay profesiones en las que un error puede ser fácilmente subsanable, y otras, como las de médico o juez, en las que es la vida de las personas la que está en juego, y eso debería exigirles mucha más responsabilidad.
Cuando se escoge una de esas profesiones, se debe asumir con toda su envergadura, porque estamos viendo muchos casos que causan escándalo social, en temas como la corrupción, en sus diferentes formas, y que no llegan a esclarecerse nunca, sino que se diluyen o se «pierden» por mil vericuetos.
Está clarísimo, y todos estamos de acuerdo en eso, en que las leyes necesitan una gran reforma, que la sociedad ha cambiado muchísimo en los últimos años y no podemos regirnos por una legislación de siglos pasados, pero también es cierto que la lentitud que arrastran los juzgados no es de recibo.
Ahora, lo que se espera, en este caso concreto, es que se asuman responsabilidades de por qué el presunto asesino de la niña andaba por ahí suelto, cuando tenía varias condenas en firme, pero lo peor es imaginar cuántos más habrá en la misma situación, sin que nadie se ocupe de hacer cumplir la ley, una vez que se aplica.
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