Desde mediados de diciembre, y tras cuatro años de ausencia de Telecinco, cadena de la que salió en estampida, lanzando toda clase de insultos e improperios al propietario de la misma, sr. Basile, ha vuelto a las mañanas de Telecinco María Teresa Campos, con el programa «La mirada crítica», que magistralmente dirigía y presentaba Vicente Vallés.
Mi primera reacción fue dedicarle mi espacio al poco tiempo de entrar, pero dejé transcurrir el tiempo a ver si evolucionaba algo; si hacía algo novedoso y diferente a lo que hasta ahora se había limitado a hacer.
Y nada, yo que, tan expectante, esperaba aquello tan de Halloween como «susto o muerte»… ni susto, ni muerte. Ahí la tienen, la otrora reina de las mañanas, obteniendo una cuota de pantalla del 9%, muy por debajo de Ángeles Blanco o Susana Grisso. No sé si serán ya cosas de la edad, pero la «reinona» se nos ha hecho cómoda, rodeada de su «troupe» de tertulianos. No ha impuesto ni una novedad… los mismos perros con los mismos collares.
Parece como si de las facultades de periodismo no estuviese saliendo gente nueva y capacitada para afrontar con serenidad una tertulia, y no sólo para utilizarlos como conejos de indias, persiguiendo famosotes de tres al cuarto. Gente que no haya vivido la posguerra y, si me apuran, la transición, para debatir con frescura los temas del día… y no las mismas caras a las que les brillan los ojos del odio y rencor acumulado, cuando no personajes de la talla de Isabel San Sebastián, Mª Antonia Iglesias, Miguel A. Rodríguez, y ese largo etc. con los que cada día cuenta Mari Tere. Gente que desparrama mala baba en cada palabra, que insultan alegremente, que vociferan superponiendo las voces de tal forma que hay ocasiones en que es imposible descifrar de qué leches hablan.
Y luego, cuando menos te lo esperas, ahí está ella, intentado poner orden y dando sibilinamente su opinión interesada, en más de una ocasión, cosa que cualquier moderador de tertulia que se precie no debe hacer.
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