Como oro en paño, y los ahorros en un calcetín

Woody Allen (nacido 1935)

Una gran mayoría, a juzgar por lo que se oye, nos sentimos incapaces de comprender el torbellino de interrogantes que han aflorado últimamente sobre el «coñazo» de la economía a nivel global, pues debieron haber sido atajados antes de que afectara a millones de ciudadanos, si bien menos a quienes se esconden tras los bastidores de la escena internacional.
Porque se hacen preguntas sin obtener respuestas satisfactorias como por qué se parlamenta del dinero casi siempre en guasa, como chiste en boca de todos, aunque manteniéndolo en tono secreto, cual si se tratara de un tabú. Me encantan los dichos de Woody Allen, pues parecen espejos de sus películas. Así, por ejemplo, al hablar de los adinerados que se escapan ahora, víctimas de sus propios desenfrenos, y nos mantienen a todos en continuas alarmas sobre qué ocurrirá con los pequeños ahorros de una vida de privaciones: «muchos alardean contando cómo ganaron con esfuerzo sus primeros doscientos dólares, pero sienten vergüenza de relatarnos cómo hicieron su último millón». Y aquí viene a colación el refrán oriental: «Cuando el dinero habla, la verdad se mantiene reticente».
Recuerdo las enseñanzas de mi madre cuando amamantaba a siete de sus hijos con enseñanzas morales en tiempos de penuria, aunque no recuerdo haber pasado hambre: «No importa si dejas correr la calderilla en los bolsillos», nos decía, «pero no los billetes, pues se estancan en los calcetines usados, negándose a mostrarse en público, como acosados de malos olores». El dinero estará siempre ahí, pero desaparece como por magia si lo precisamos y sólo pensamos en él cuando nos falta, no cuando lo tenemos asequible, actuando sólo cuando sobra, y me limito a citar al maestro de la esperanza a través de la interiorización, Arthur Schopenhauer: «Las riquezas son como el agua salada, cuanto más se beben más sed nos producen».
Me consuela pensar que a nadie se le ha escapado el problema, pero han variado de siempre las reacciones. Séneca suele ser sardónico sin alejarse de la necesidad que de él todos poseemos, por lo que enseñaba que sólo quienes comienzan bien a ganarlo continuarán haciéndolo de por vida. Los demás seremos ignorantes, pensando, con Unamuno, que nuestra mayor desgracia es creer que sólo son inteligentes quienes tengan fortuna en sus negocios.

DICHOS Y HECHOS
El dinero es mejor que la pobreza, aunque sólo sea por razones financieras.  Woody Allen

ANÓNIMO
Hay gente tan pobre, tan pobre que sólo tiene dinero.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*