Hace unos días, el domingo anterior al pasado, en el correspondiente Evangelio, Jesús se dirige a nosotros con la parábola de los talentos, que más o menos nos dice lo siguiente: Que un dueño de una hacienda que parte de viaje deja a tres de sus empleados distantes cantidades de dinero (talentos) hasta su vuelta. Los dos primeros ponen el dinero a trabajar y obtienen beneficios que posteriormente entregan a su amo como el fruto obtenido, el tercero, holgazán, guarda el dinero en un hoyo en el suelo y se lo entrega al amo sin beneficios, por lo que el amo lo castiga.
Aparte de la enseñanza teológica que, prácticamente, nos dice que los dones que Dios nos entrega son para que den un fruto dirigido a los demás, podemos aprender la lección con lo que ahora nos está pasando con la crisis económica.
No hace mucho tiempo, nos encontrábamos con sectores industriales que aportaban a nuestro país mucho empleo y formaban parte de la gran economía del mismo, como eran el sector del calzado, el sector textil, el de la cerámica, el de la confección, etc. Pero, con la globalización, comenzaron a entrar en el mismo los productos más baratos y de peor calidad de los países orientales, lo que perjudicó sensiblemente a los nuestros en dichos sectores.
Nuestros gobernantes no prestaron la debida atención a esta degradación en nuestros sectores de producción, dejándolos abandonados y sin la debida protección, lo que ha ocasionado la pérdida de muchos puestos de trabajo e ingresos económicos, así como un gran endeudamiento de nuestra balanza comercial.
En lugar de inyectar dinero, tecnología, desgravaciones fiscales, flexibilidad laboral, etc., a estos sectores para que creciera su productividad y pudiesen competir en precios y calidad con los extranjeros, se dejaron abandonados, dado que los sectores inmobiliarios, fábricas de coches y turismo nos estaban cubriendo nuestras necesidades y el «boom» de los mismos nos hacía crecer en el PIB engañosamente.
Ahora, cuando el sector inmobiliario está prácticamente inmovilizado, cuando las ventas de los coches han bajado un 40%, cuando el turismo en nuestro país ha disminuido un 30%, resulta ser que no tenemos sectores industriales que reactiven nuestra economía, salvo el agrícola, que, siendo nuestra fuente de riqueza más importante, también ha sido poco atendido por los políticos.
Como vemos, teníamos unos talentos con los que hacer negocio, pero los enterramos en un hoyo para que no se perdieran y, por lo tanto, no han dado fruto, así es que tenemos el premio que nos corresponde.
Ha sido declarada la recesión global en toda Europa, pero todos los analistas europeos coinciden en que nuestro país tardará más que ninguno en recuperarse debido a que nuestros sectores industriales tienen muy poca productividad y están caducos. Incluso se atreven a vaticinar que el año 2009 será peor que éste.
Juguemos bien nuestros talentos y hagamos los esfuerzos suficientes para cambiar esa tendencia, pero no con bonitas palabras y discusiones políticas, sino con buenos y excelentes acuerdos que nos lleven a mejores hechos.
Carlos García
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