Mes de fiesta grande

«No temas María, que gozas del favor de Dios.
 Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús.
Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo y será Rey de un reinado que no tendrá fin» 

Y llegó la necesidad de arrancarle una hoja al calendario… Con lo que llegó el diciembre que nos restalla todos los años con la fuerza de ser el mes de la fiesta mayor… Y vienen de lejos los sones de la Charamita con la Lily y el Lobo, tomando el relevo de todas las generaciones de chiquillos que mañana serán muchachos y después hombres… Y vienen nada más ni nada menos que los ausentes, aquí los nuestros, allí los otros en otros sitios, en busca de recuerdos y vivencias entrañables que los forjaron… Y se pone el Belén inexorablemente y no Papá Noel, aunque no tengamos nada en contra de su figura oronda y de imponente barba peliblanca… Y llega la ceremonia del pregón de las fiestas de la ciudad, con la carga emocional y subjetiva de experiencias más o menos lejanas que vienen de golpe a la memoria del hombre o mujer encargados de pronunciarlo…
Y nos pasan de cerca, como ya es costumbre, las Jornadas Mariológicas, que nos hacen ver, cuando prestamos atención, la especial relevancia teológica de la Virgen dentro de nuestro Credo…Y celebran, con su cena tradicional correspondiente, los galardonados con el «Ramírez Pastor», su galardón… Y «mascletás» poderosas en decibelios por aquí y por allá -cosa nueva- y que nos hacen correr hacia todos lados, unos para acercarnos valentones y otros para alejarnos temerosos… ¡Cuánto ruido acompañando al ambiente festivo, que sólo se malogra a ratos por el tiempo desapacible, y sin que sea a ratos, por las flojas expectativas en el aspecto económico del personal que somos todos…!
Y vendrán los días de novena y sus tradicionales ofrendas de alimentos de los barrios, generosos siempre y respondiendo a necesidades perentorias, y en este año más, que las antesalas de Caritas y de los Servicios Sociales en los Ayuntamientos se ven lamentablemente desbordadas…
Y es que todo es por la Purísima, nuestra Patrona, que ha salido a la calle por la puerta engalanada de su casa, llena de flores blancas ofrendadas desde el más rotundo cariño y para ser venerada de cerca por el gentío que la arropa y por el que se asoma emocionado a las esquinas y a las aceras… Y este año mandona y todo con su bastón de alcalde, que bien lo lucía…
Y alguna explicación habrá para todo este alarde de entusiasmo desde tiempo inmemorial, aunque algunos se empeñen en minimizar. Virgen de la Merced y de Monserrat, Virgen de los Desamparados y de la Almudena, Virgen del Rocío, de la Esperanza y de Begoña, Virgen del Rosario, la Fuensanta… Del Pilar y Covadonga… ¡Cuantas advocaciones para la que es Madre de Cristo, del Hijo único y eterno de Dios en la plenitud de los tiempos…! ¡Y pues, siendo así, la Elegida, cómo no va a ser Inmaculada! 

JortizrochE

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