Con muchísima ilusión recibimos los ciudadanos del mundo la toma de posesión del primer presidente negro de EEUU.
La expectativa del acontecimiento ha desbordado todas las previsiones mundiales de audiencia televisiva, cientos de millones de televidentes ilusionados…
Cosa similar pasó en los años 60 con John Fitzgerald Kennedy, que presidió este país desde 1960 hasta noviembre de 1963, que fue asesinado. Hasta la fecha de hoy, no se sabe la causa real de su asesinato. Han girado muchas hipótesis, pero la tesis más consistente ha sido que «fue muy incomodo al orden establecido». Preconizaba ya en aquel entonces la igualdad con los de piel distinta de la blanca y agilizó la política de reconocimiento de derechos civiles a los negros, cuando, por aquel entonces, existía una organización xenófoba y fascista en EEUU, que era el Ku Klux Klan, donde mataban y asesinaban por ser negros. Años después, asesinaron al líder de la mayoría negra, Martín Lutero King.
Todo esto viene a colación por ser los dos presidentes elegidos por el pueblo americano y demócratas, para más señas. Y uno de ellos fue asesinado por ir en contra del orden nacional y mundial establecido; los negros «no debían tener derechos civiles reconocidos».
Todos debemos comprender que el actual presidente deberá realizar muchos cambios para conseguir un mundo más igualitario y mejor.
En relación con la actual crisis financiera mundial y que procede de EEUU, todos los analistas indican que la primera medida sería la eliminación de los «paraísos fiscales». Lógicamente, esta medida debería estar refrendada por la suma de todos los países del mundo, sobre todo los más industrializados.
Simplemente, con los intereses económicos que puedan dar estos paraísos fiscales, por el capital depositado, podría eliminarse el hambre en el mundo y aquellas enfermedades mortales por falta de vacunas y antibióticos.
¿Quién puede colocar el cascabel al gato? ¿Quién o quienes pueden quitar los privilegios a los «lobbies» económicos y financieros más ricos del orbe?
Evidentemente, todo, absolutamente todo el dinero «negro» del mundo debería aflorar en los distintos países de procedencia, para así poder hacer una nueva redistribución de la riqueza entre los países y personas más necesitadas.
Otro de los grandes retos que tiene Obama es restablecer el orden y la justicia entre los países en guerra: eliminar el trato de favor que se está dando al pueblo israelí frente al pueblo palestino, evitando las masacres que está realizando a los árabes con total impunidad, tratar de poner fin a las guerras de Afganistán e Irak, tratar de poner remedio al conflicto Indo-Paquistaní… En África tampoco son menores las guerras. Todos los conflictos bélicos mundiales deberían resolverse con la anuencia de las Naciones Unidas, EEUU, Europa y el resto de países representados en la ONU.
Por todo esto, este mandatario tiene un camino largo y difícil, por lo que todos los países del mundo están llamados a aportar su granito de arena para la resolución final del mismo. No obstante, creo que Obama es consciente de no poder «apretar demasiado el acelerador», porque le pueda pasar lo de su antedecesor JFK.
Joaquín Garrido Mena
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