Estación de autobuses: «¡¡Bienvenidos al tercer mundo!!»

Fernando Guardiola
Colaborador de El Periódico de Torrevieja

Hace dos años tuve ocasión de denunciar a través de estas mismas páginas y también del Semanario Vista Alegre la situación en la que estaba la estación de autobuses de nuestra ciudad. Pues bien, trascurrido este tiempo, no sólo no se ha movido un dedo para mejorar la situación, sino que, como ilustran las fotos que yo mismo me he encargando de tomar, la situación es cada vez peor.
Cuando he hablado con alguna persona que tenga que ver con el tema, me contesta que eso es cuestión de una empresa privada. Una empresa que se llama Costa Azul, y que se está lucrando con miles de euros, que salen de las arcas de todos los torrevejenses, para mantener un más que insuficiente, tanto en calidad como en cantidad, servicio público de autobuses.
Se acercan fechas en las que las vacaciones de Semana Santa harán arribar a nuestro pueblo miles de visitantes, que, debido a la falta de comunicaciones como las que se merece Torrevieja, llegarán a través de la terminal de autobuses, y allí les espera a esos viajantes que llegan con los estómagos llenos y las vejigas a punto de caramelo, un verdadero «pabellón de estado», convertido por arte de «birli birloque» en unos aseos cutres, tercermundistas, arrabaleros, infrasanitarios, asquerosos y medio diccionario de calificativos de la más baja calaña que se le puedan aplicar.
No me valen excusas de que son propiedad privada para que los concejales que están implicados en esto no se pongan mañana mismo manos a la obra. Y me dirijo a los concejales con competencia en turismo, comercio, infraestructuras, transportes, sanidad, etc.
¡Qué pena que las fotos que ilustran mi artículo no estén dotadas de la virtud del olor, pues las arcadas que iban a soltar los lectores se iban a escuchar en toda la Vega Baja!
Las fotos que ven, no son tomadas a las 7 de la mañana, esperando la llegada de unos servicios de limpieza inexistentes, sino a las 12 del mediodía… Y lo que ven son los cuatro urinarios que existen, chorreando literalmente orines en un suelo encharcado… los «cagaderos» (palabra que uso para mejor entendimiento) están llenos de «palominos» y cegados. Las paredes, los techos y las puertas están «decorados» con los graffitis, que parecen haberse convertido en la seña de identidad de nuestro pueblo. Las luces están rotas. ¡Vamos, que hubiese papel higiénico, sería ya un lujo asiático! Los grifos y lavabos tienen «roña» del año de la polka.
Vamos, que se te quitan las ganas de sacarte el «chisme», porque al solo contacto con el ambiente, una infección no hay quien te la quite.
Espero no tener que volver a escribir sobre este indecente e inexplicable tema en los tiempos que corren, pero no voy a dejar esta vez que pasen otros dos años para volver a insistir en él. Espero que sea dentro de poco para dar las gracias a quien se haya tomado la molestia de hacerse cargo del tema, y si no, pues volveré a la carga hasta que a los responsables se les caiga la cara de vergüenza.
Por cierto, no estaría mal que, aunque fuese en temporada alta y en fechas puntuales, funcionara en la estación de autobuses una oficina de información y turismo… ¿o los mandamos al Alto de la Casilla?

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