Sr. alcalde de Torrevieja

Quiero exponerle la anulación y casi diría «persecución» que viene sufriendo una tradición reconocida en este pueblo desde mucho hace tiempo, creo que antes de que usted naciera; me estoy refiriendo a la pesca con caña desde la costa. Parece ser que ahora, para practicar dicho deporte, es necesario contar con un barco o barquita y, claro está, con la adquisición de un punto de amarre en los diversos espigones que se multiplican día a día; y eso, sr. alcalde, es misión imposible para la mayoría de jubilados que nos distraemos con ese deporte y que malamente sobrevivimos con pensiones estatales.
Vemos crecer más y más nuestro puerto, supongo que pensando en los grandes beneficios económicos, sin tener en cuenta que es a costa de anular la playa del Acequión, una de las dos playas con las que contábamos en esta zona del pueblo, motivo por el que nos vemos obligados los vecinos y los múltiples visitantes a hacinarnos en la playa de los Náufragos o a disfrutar del baño, arriesgando nuestra integridad física, en las rocas que bordean la costa; pero eso, como no es rentable, parece no importarles mucho.
Me parece muy bien, que se hagan presupuestos y mejoras a favor de campos de fútbol y otros pabellones donde nuestros jóvenes puedan practicar deportes, pero, ¿y las personas mayores, que somos muchos, que no podemos trepar por rocas sin exponernos a una caída fatídica? ¿Dónde podemos seguir con la tradición torrevejense de la pesca con caña? Nos han cerrado el puerto de la «sal», como en muchas otras ocasiones, pero esta vez han sido más generosos en los metros que se han concedido, impidiendo el paso mucho antes de donde empieza la propiedad salinera. En esos metros «robados» es donde, desde hace muchos años, más de 30, nos ubicábamos los pescadores con unas garantías de comodidad y seguridad para nuestras edades y condiciones físicas.
Creo que es necesaria una regulación sobre las licencias de pesca, incluso en el supuesto ilusorio de que nos habilitasen un sitio específico donde podamos seguir practicando nuestro deporte, tengamos que contribuir económicamente en el mantenimiento del mismo para que haya un orden y limpieza, pero es triste ver cómo los «viejos» que pagamos nuestros impuestos como todo vecino, y que aun tenemos inquietudes y no queremos quedarnos sentados en una silla sin más, nos sentimos olvidados, acorralados y decepcionados por ese Ayuntamiento.

Pilar Aparicio Dorado

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