Nuestra crisis no es sólo económica, sino crisis moral, de valores, de educación, antropológica, social, cultural y humanista, así como también espiritual. Solamente tenemos que ver lo que hacen nuestros gobernantes y que le llaman equivocadamente progresismo. Para que las personas no se den cuenta de la verdadera situación catastrófica de nuestro país, distraen a la sociedad con medidas absurdas y arbitrarias. Es una táctica que les está dando buenos resultados. Antes fue con el absurdo matrimonio homosexual y ahora con otro absurdo más relevante, el aborto indiscriminado y el lanzamiento a las criaturas de 16 años hacia el sexo y la promiscuidad con la pastillita del día después. Todo vale, menos una sana y moral educación sexual que dignifique a la mujer y no la trate como una máquina u objeto de hacer sexo. Si no, díganselo a aquellos padres que ahora no podrán intervenir en la educación de sus hijas menores, ni podrán aconsejarles qué es lo mejor para ellas. Todo lo dispone el gobierno bajo un marxismo puro y duro. Los primeros que autorizaron el aborto fueron los nazis en marzo de 1943 en Polonia, pero no para ellos, que querían mantener su raza aria, sino para eliminar a los polacos.
Todos sabemos, o al menos una buena educación así lo determina, que los órganos habituales del sexo son reproductores, procreadores y generadores de vida, ya que, usados dentro de una normalidad, generalmente dan como resultado un nuevo ser humano al que la interrupción de su proceso normal por vías extrañas a la naturaleza da como resultado quitar el derecho a nacer y matar a un ser vivo con naturaleza humana.
Muchos profesionales de la sanidad, al conocer el número tan elevadísimo de abortos y privaciones de vida que se producen en nuestro país, el más elevado de Europa, han puesto el grito en el cielo y han dicho que esto hay que frenarlo de alguna manera y no hacer que crezca indiscriminadamente, ya que es horroroso lo que se está realizando al respecto en nuestro país. Algunos científicos de escasa ética moral intentan crear la conciencia de que el feto se puede eliminar en las 20 – 30 semanas, lo que es totalmente falso y malintencionado, y sólo beneficia a sus intereses perversos y económicos.
Ya no sólo no se miden las consecuencias morales, éticas y espirituales de la persona, ni los medios dan a conocer la cantidad de madres frustradas por el aborto provocado que se acercan a los psicólogos y a los confesionarios de las Iglesias buscando una paz en su interior por lo que han realizado, ya que muchísimas de ellas, posteriormente al hecho, caen en depresiones y ataques de ansiedad producto de su arrepentimiento al darse verdaderamente cuenta de la barbaridad y lo horrendo que han hecho.
Iremos desapareciendo paulatinamente, ya que las generaciones no se ven renovadas con nacimientos de niños procedentes de matrimonios españoles, tendremos que importar mano de obra de otros países para cubrir nuestras necesidades sociales, económicas y políticas, lo que ya está ocurriendo.
Con este mal llamado progresismo, la sociedad se irá convirtiendo en un conjunto de individuos y no de personas, pues sólo buscaremos el saciar aquellos apetitos que nos esclavizan sin tener en cuenta para nada a los demás.
Carlos García
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