La política, ¡ah, la política!
La política es esa discutible y algo «casquivana señora» que se ofrece gratuitamente a los políticos; y si saben hacer buen uso de ella, les complace hasta tal punto que los catapulta al poder; aunque a veces no es bien tratada ni mirada. Es toda una señora institución, eso sí, no reglamentada por libre; y en sus normas todo vale con tal de alcanzar los fines perseguidos por los que de ella hacen uso y abuso.
En la «señora» política, la corrupción es endémica; lo mismo que su dialéctica destructiva de acoso y derribo. A veces, la enaltecen, las más, sacan sólo los trapos sucios de esta encopetada y digna «señora»; que ofrece sus favores a todo aquel que quiera y se precie de ser político; sea de la ideología que sea o tenga la calidad que tenga. Tan sólo hace falta saber hacer buen uso de ella en cada momento, tanto en los debates del parlamento como en las actividades gubernamentales y de partidos de la nación.
En sucio o en limpio, la política es el símil de un cajón de sastre, donde no deben faltar unas buenas «tijeras» para cortar trajes según la medida; unas «agujas» para coser estropicios, poner remiendos o parches e hilvanar lo cortado; algún que otro botón de sujeción, corchetes de «enganches», una tiza para «señalar», un metro para medir según se quiera; toda clase de telas y algunos retales al peso; «abalorios» de adorno, «patrones» de modelos creados o copiados, algunos pasados de moda; alfileres para «pinchar» y una «máquina» que cosa recto y en zigzag, para arreglar todo lo roto y lo deshilachado.
Con todo este equipamiento modisteril de este cajón de sastre, la «señora» política está dispuesta para prestar un buen servicio a todos los políticos que la quieran y sepan hacer buen uso de ella.
La política, qué gran «señora» si hubiese un gran «señor».
La política y el político, tal para cual.
Josefina García
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