Han sido las obras de nuestras calles, con sus pasarelas laberínticas -están siéndolo todavía-, motivo de comentarios por lo bajo cuasi conspirativos, y también más o menos descarados, desabridos casi siempre, en protesta por lo menos de las molestias que causan. Pues pienso que lo empezado acaba, y será para mejorar la imagen de la ciudad. Bien que admiramos otros lugares en los que, a sus monumentos, se suman calles y aceras pavimentadas con eficiencia y buen gusto en aras del mejor urbanismo. Torrevieja no será menos. Porque también nos quejábamos de los numerosos altibajos que nuestras viejas aceras presentaban con el evidente peligro para los viandantes de mayor edad… y de los no tan mayores.
También, por lo que a nosotros toca -se oye perfectamente desde el campanario-, hay quienes están preocupados/as por la llegada de las fiestas de la Patrona y el estado de las obras. Pero ya ha sido cerrada la puerta principal de la Parroquia para que en este último mes la empresa encargada de los trabajos ponga todo su esfuerzo en tener a punto, para el día grande, su acera y escalinata nuevas.
Por cierto, que esta molestia añadida no ha sido obstáculo para que el templo, en estos dos días grandes de Todos los Santos y Difuntos, con diez celebraciones Eucarísticas, se haya visto lleno a rebosar. Son nuestra tradición y devoción, que serán entregadas como testigo a las nuevas generaciones, mal que pese.
En el primero de ellos, honramos a los innumerables cristianos que vivieron en fidelidad a Cristo, declarados o no como Santos por la Iglesia. Al asperger solemnemente el sacerdote con agua bendita a la congregación de fieles, se nos dice que es un signo de renovación de nuestro bautismo, ¡siempre el bautismo!, puesto que por él estamos llamados a la santidad. Y en el día de Difuntos, también es hermoso que la Iglesia nos invite a orar no sólo por los nuestros, no sólo por los más cercanos, sino igualmente por todos de los que nadie se acuerda…
Y, ¡ay!, respetaremos, aunque no nos parezca bien, la importada costumbre de disfrazar a los niños en víspera de la fiesta… Que no son los niños, claro, sino sus papás jóvenes que antesdeayer más o menos los trajeron en brazos a bautizar (¡siempre el bautismo!). «Jalovuen», dicen; costumbre de origen celta que llevaron en el siglo XIX los irlandeses a Norteamérica, de donde ha sido reimportada aquí, a la vieja Europa tonta y adocenada a la que, en los grandes cenáculos del poder laico, hasta le molestan los crucifijos…
Y, para terminar, dos noticias. Una buena y otra mala. La buena, que el Papa está dispuesto a dar el paso ecuménico más importante del último siglo al permitirle a los anglicanos regresar al catolicismo. La mala, que D. José Bono no se calla e imparte doctrina viendo sólo la paja en ojo ajeno. Dice que, por obediencia, los cristianos socialistas que no estén de acuerdo con el aborto libre de las semanas se den de baja en el partido… Pues, D. José, desde su obediencia al partido de los creyentes, ya sabe lo que tiene que hacer. Si votara a favor, tome la puerta y márchese.
JortizrochE
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